«Milei: ‘La fiesta del régimen’ «

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Por Gustavo Zadonardi (*).-

 La movilización de recursos de seguridad es parte de la fiesta del régimen.

Este viernes 1º de marzo el presidente Javier Milei dio su primer discurso ante la Asamblea Legislativa, para inaugurar el 142° período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación. Lejos de hacer referencia al estado general del país, el mandatario libertario hizo una encendida defensa de su gestión, sin poder evitar caer en omisiones, ataques y innecesarias a la oposición. Después de tratar a los legisladores de «coimeros», «idiotas útiles» y «traidores» Milei acudió al recinto pronunciar un discurso que parecía dirigido a los aduladores del régimen, que aplaudían ruidosamente desde las barras.

Javier Milei llegó al poder con la promesa de liberar a la Argentina del populismo, de la corrupción y de la casta política, que nunca pasó de ser un enemigo imaginario porque jamás la identificó con nombre y apellido. Sin embargo, en sus dos meses de gestión, el único resultado que ha conseguido es la profundización de la crisis económica y social que heredó de la administración de Alberto Fernández, y la apertura de un frente de batalla con el Congreso, al que llamó «nido de ratas».

Pese a las bondades del modelo liberal que nos contó Milei anoche, la política económica del régimen no es otra que un ajuste salvaje, la apertura indiscriminada de importaciones, una devaluación bestial del peso, el aumento de tarifas y el recorte de subsidios, y el congelamiento de jubilaciones y salarios. Todo bajo el argumento de reducir el déficit fiscal, bajar la inflación y atraer inversiones, pero los resultados son desastrosos. La pobreza, la indigencia y la desigualdad se disparan, mientras que la producción, el consumo y el crédito se derrumban. Huelga decir que temas estuvieron ausentes en su discurso de ayer.

La gran ausente del discurso fue la política exterior del régimen mileista. El presidente no tenía mucho para decir, porque no debe ser agradable reconocer que todo se resume a una grosera sumisión del país a los intereses de Gran Bretaña en el Atlántico Sur, amparada en los tratados de paz firmados en 1990 por el gobierno taimado y obsecuente de Carlos Saúl Menem. Todo esto,-como siempre- con el pretexto de insertar al país en el mundo y defender las ideas de la libertad, de las que tanto hablan pero nunca dicen cuáles son.

Su trato con los gobernadores es de desprecio, discriminación y castigo, como se evidenció con la quita de fondos a las provincias que no lo apoyan y en las cobardes agresiones al gobernador de Chubt que el propio presidente avaló. Por eso no llama la atención que anoche pusiera sobre la mesa una oferta que, según él, es imposible de rechazar: diez puntos básicos de acuerdo para sostener el crecimiento:

1 La inviolabilidad de la propiedad privada.

2 No se va a negociar el equilibrio fiscal.

3 La reducción del gasto público  en torno al 25% del Producto Bruto Interno.

4 Reforma tributaria para reducir la presión impositiva.

5 Rediscutir la coparticipación federal de impuestos. Milei pretende terminar con un sistema “extorsivo”.

6 Que las provincias exploten sus recursos naturales al máximo de sus posibilidades.

7 Una reforma laboral “moderna” que promueva el trabajo formal.

8 Una reforma previsional para que los haberes no pierdan contra la inflación y la opción de jubilación en un sistema privado para aquellos que lo prefieran.

9 Reforma política, una propuesta que estaba en la versión original de la ley Ómnibus.

10 La apertura al comercio internacional, con el objetivo de que la Argentina sea clave en el mercado global.

Este acuerdo llegará si previamente se logra un consenso alrededor de la Ley Ómnibus y u ley «anticasta» que eliminaría jubilaciones de privilegio, entre otras cosas. La oferta de Milei es así: buscamos una solución solamente si los gobernadores firman lo que yo quiero. ¿Dónde está el consenso si lo que propone Milei no es más que un contrato de adhesión? Este pacto se firmaría el 25 de mayo próximo en la provincia de Córdoba.

La asociación con el Acuerdo de San Nicolás es inevitable, porque el propio gobierno parece vivir en una lucha permanente entre la Nación y las provincias que trae remembranzas de la antigua disputa entre Buenos Aires y la Confederación Argentina. Milei está seguro que las cosas se harán como él quiere, porque si no sale por ley lo hará por decreto: “Si quieren conflicto, conflicto tendrán” avisó.

Es claro que el gobierno no puede exhibir ningún logro en su gestión, es por eso que en distintos momentos de su alocución el presidente provocó más de la cuenta. Lo hizo con una reivindicación al menemismo y con menciones acusatorias con nombre propio a Cristina Fernández, Máximo Kirchner, Sergio Massa, Roberto Baradel, Juan Grabois, Pablo Moyano, el presidente ocupó el tiempo en ellos para no referirse a los verdaderos problemas que preocupan a la gente. La inflación, que no da tregua, los despidos y suspensiones, que ya empiezan a verse y la pérdida del poder adquisitivo del salario y jubilaciones, no estuvieron en el discurso presidencial.

Otro punto donde se nota el autoritarismo del régimen es su actitud hacia los medios de comunicación. El régimen habla únicamente con periodistas complacientes, que rompen todos los límites de la genuflexión y del «Sí, Javier» que tanto daño le hace al país porque la consecuencia de eso es que el presidente gobierna leyendo su propio diario de Yrigoyen. En esto también está dispuesto a cruzar otro límite: el cierre de Agencia Télam, que según Milei «ha sido utilizada durante las ultimas décadas como agencia de propaganda kirchnerista».

Lejos de la tolerancia, la convivencia y el respeto por el que piensa distinto, la trasmisión de la presentación del presidente en el Congreso fue poco menos que escandalosa. Las cámaras de la Televisión Pública se limitaron a mostrar casi exclusivamente las caras de los simpatizantes del régimen. No se mostró el rostro de los opositores, a excepción del gobernador Axel Kicillof -que no pudieron evitar mostrarlo porque estaba en primera fila- Tampoco se mostró la manifestación de rechazo al modelo económico que había en las inmediaciones de la Plaza de los dos Congresos.

El enorme despliegue de seguridad de anoche es otro aspecto que es oportuno destacar. Se emplearon recursos que cubrieron el trayecto del automóvil presidencial desde la Casa Rosada hasta el Congreso, en una calle sin pueblo. Por un lado se notó mucho la ausencia del mileismo de base, por el otro, hubo protestas que no alcanzaron a ser multitudinarias por lo que no había una hipótesis de peligro. No se entiende entonces por qué fue necesaria semejante demostración de fuerza. La movilización de recursos de seguridad es parte de la fiesta del régimen.

(*) (*) Bachiller Universitario en Derecho. Periodista.

Nota de opinión de 2 de marzo de 2023 exclusiva para Cadena BA, Media News y Diario Platense.

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