«Milei y una política externa poco constructiva hacia Medio Oriente»

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Por Ornela Fabani (*) @OrnelaFabani.- El viernes último la Asamblea General de Naciones Unidas (AGNU) votó a favor de un proyecto de resolución con el que buscó dar respaldo político a las aspiraciones de Palestina de convertirse en Estado miembro de pleno derecho del citado organismo internacional. La votación se produjo luego de que, en el mes de abril, el Consejo de Seguridad frenase el ingreso de Palestina por medio del veto de uno de los cinco miembros permanentes, Estados Unidos.

En líneas generales, la resolución de la AGNU establece que “el Estado de Palestina está calificado para ser miembro de la Organización de las Naciones Unidas” a la vez que solicita al Consejo de Seguridad que reconsidere favorablemente su ingreso. Este documento, por cierto, no vinculante, se aprobó con 143 votos a favor, 25 abstenciones y 9 votos en contra, entre los cuales se encuentra el de la Argentina.

En lo que respecta a nuestro país, el voto de Buenos Aires se alineó con el de Estados Unidos y el Estado de Israel, países con los cuales el gobierno de La Libertad Avanza (LLA) apuesta a construir una alianza. Ello en el marco de una estrategia de inserción internacional que se caracteriza por una mirada sobre la agenda geopolítica internacional alineada con Occidente y su defensa de los valores de la libertad  Como correlato, a poco de asumida la nueva administración, el presidente visitó los Estados Unidos en reiteradas oportunidades. Amén de ello, Argentina solicitó su ingreso a la OCDE, buscó convertirse en “socio global” de la OTAN, rechazó la posibilidad incorporarse a los BRICS, y manifestó su voluntad de acelerar el acuerdo Mercosur-UE.

Ahora bien, el posicionamiento del nuevo gobierno en la AGNU llama la atención teniendo en consideración que, en diciembre de 2010, Argentina reconoció al Estado Palestino. Todavía más, históricamente, las distintas administraciones que se han sucedido en el poder en el país han respaldado una solución pacífica del conflicto que enfrenta a palestinos e israelíes, apoyando la búsqueda de una paz estable y duradera, basada tanto en el reconocimiento del derecho del pueblo palestino a constituir un Estado independiente, con territorio propio, ejerciendo su derecho a la autodeterminación, como en el derecho de Israel de vivir en paz con fronteras seguras e internacionalmente reconocidas.

En definitiva, a través de su voto la Argentina se corre de una línea diplomática que sostuvo por décadas y, como correlato, asume una posición que, conjuntamente con otras acciones y decisiones previamente adoptadas, suponen un quiebre de la histórica política argentina de equidistancia frente a la disputa, inaugurada ya bajo la presidencia de Juan Domingo Perón, al momento de votarse sobre la partición de Palestina en Naciones Unidas, en 1947.

En el marco de la situación de fuerte inestabilidad que se vive en la región, a raíz de la guerra entre el Estado de Israel y la organización radical Hamas, a escasos días de haber asumido como presidente de los argentinos, Javier Milei  tomó distancia de la postura adoptada por la administración precedente, a la que juzgó de ser “demasiado blanda”. De esta forma, en diciembre de 2023, Argentina se convirtió en uno de los 23 países que se abstuvieron cuando la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una resolución que instaba a una tregua humanitaria.

A posteriori, en el mes de febrero, el presidente cumplió su compromiso de visitar Israel. Entonces, el primer mandatario destacó una vez más su apoyo a Tel Aviv contra los ataques de Hamas y reivindicó su derecho a la legítima defensa. Ese viaje fue el momento propicio para reiterar una controvertida promesa efectuada durante la campaña electoral: trasladar la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén, ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas que Israel se anexó por ley en 1980.

En tanto, tras el ataque sufrido por Israel a manos de la República Islámica de Irán, el presidente de la Nación decidió regresar de una gira internacional para encabezar lo que se definió como un comité de crisis, en otro claro gesto político hacia su nuevo aliado. A través de un comunicado de prensa de la presidencia de la Nación dio cuentas de un “compromiso inclaudicable” con Tel Aviv. Además, la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich dejó en claro que la neutralidad y el llamamiento a la paz no serían la posición argentina, sino que, por el contrario, declaró que el país respaldaría a Israel y los Estados Unidos por convicción.

En virtud de lo expuesto, se evidencia que lejos de existir una voluntad del gobierno argentino de compensar los gestos y acciones emprendidas hacia una de las partes en la disputa, idea fuerza que subyace a la política de equidistancia (incluso lejos de cualquier interés de aportar a una solución del conflicto), el gobierno de La Libertad Avanza apuesta fuerte por profundizar sus vínculos con Israel. Un actor con el actual el primer mandatario sostiene compartir ideales, ello sin mencionar su evidente interés en el judaísmo.

En este sentido, es importante mencionar que ni durante el gobierno de Carlos Menem, en una instancia en la que llegó a hablarse de relaciones carnales con los Estados Unidos, se llevó tan lejos el vínculo con Israel. De hecho, por aquel entonces, se propuso a Buenos Aires como sede de una Conferencia de Paz en Medio Oriente. Incluso, pese al acercamiento para con el Estado de Israel, el gobierno argentino continuó manifestando su apoyo a la conformación de un Estado palestino que pudiese convivir con un Estado de Israel que, asimismo, debería poder desarrollarse en condiciones de seguridad. Ello sin mencionar que, desde mediados de los noventa, y tras la firma de los Acuerdos de Oslo, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) recibió una serie de concesiones de parte del gobierno nacional, tales como la autorización para abrir una oficina en el país, la cesión de un edificio para la apertura de su sede diplomática, la intercesión del gobierno de Menem a favor de trabajadores palestinos que encontraban dificultades para ingresar a Israel en virtud de un cierre de las fronteras.

En definitiva, se reitera una vez más que la posición adoptada por la Argentina no encuentra precedente histórico y que la misma no resulta constructiva. Ello considerando que, lejos de sostenerse un discurso de paz, se adopta una posición favorable a una de las partes en un conflicto histórico, caro a los sentimientos de dos importantes comunidades en la argentina, la árabe y la judía. Una disputa que hoy se encuentra en un momento álgido, habiéndose cobrado miles de vidas, existiendo el problema aún no resuelto de los cautivos e, incluso, la amenaza latente de que ante cualquier error de cálculo la misma pueda extenderse y tener implicancias tanto en el plano regional como internacional.

(*) Coordinadora del Departamento de Medio Oriente del IRI en la UNLP. Docente de la Universidad Nacional de Rosario.

Nota de opinión de 16 de mayo de 2024 publicada en la web del IRI..