Él Mató a un Policía Motorizado en el Luna Park: el delicioso encanto del «Súper Terror»
Aunque ya había protagonizado algunos importantes conciertos en escenarios emblemáticos, como el del año pasado en Obras Sanitarias; en microestadios como el Malvinas Argentinas; o en festivales internacionales; Él Mató a un Policía Motorizado, banda insignia del indie local, reconfirmó anoche con su consagratoria primera presentación en el Luna Park que juega en las grandes ligas del rock argentino.
Su desembarco en el mítico «Palacio de los Deportes» se produjo en el contexto de la presentación oficial de su flamante nueva producción «Súper Terror»; sin embargo, el show de dos horas en el recorrió sus 20 años de historia resultó un velado homenaje a su largo y silencioso peregrinaje por la escena local y por renombrados encuentros musicales europeos.
Es que, por supuesto que la banda puso en escena casi todo el material que conforma su nueva placa, pero también hizo un exhaustivo repaso por toda su discografía, en lo que acabó siendo una generosa ofrenda a un público fiel que agotó localidades y se manifestó con admirable devoción ante cada uno de los 26 temas que se fueron sucediendo a lo largo de la velada.
En esa recorrida, la banda comandada por Santiago Motorizado se paseó dentro de un mismo pulso sonoro por una gama que, a grandes rasgos, atravesó el postpunk, la psicodelia y el rock espacial.
Para ello, el grupo prescindió de invitados y parafernalia escénica, y optó por apostar a una sobria pantalla que proyectó imágenes alusivas en cada canción y a un discreto juego de luces que alcanzó para realzar los distintos pasajes climáticos.
En ese contexto, en su rol de antihéroe absoluto, el líder de la banda puso la expresividad de su voz y su sólido bajo al servicio de un preciso andamiaje sostenido por la efectiva batería de Doctora Muerte, caracterizada por el golpe de bombo y tambores y su casi nulo uso de platillos; el fundamental clima marcado por los teclados de Chatrán Chatrán; la precisa guitarra rítmica de Pantro Puto y la primera guitarra de Niño Elefante, dueño absoluto de los punteos y las melodías.
Desde allí, Él Mató a un Policía Motorizado realizó un paneo del rock espacial y sintético esgrimido en sus primeros años de vida, con reminiscencias de Pixies y Sonic Youth, por citar algunas influencias; al postpunk de fines de los `70 y principios de los `80, explorados fundamentalmente en su última producción, con guiños a Joy Division, New Order, The Cure o Jesus & Mary Chain; e incluso, alguna incursión con sus canciones de tempos más altos por el rock de tabernas de The Libertines.
A las 21.30 en punto, las luces del estadio se apagaron y se encendió la pantalla con una imagen que aludía a las viejas filmaciones en VHS y proyectaba con letras de juego electrónico ochentoso el nombre de su reciente disco.
Desde la penumbra, la banda se presentó en el escenario y abrió a modo de larga introducción con la sombría «El magnetismo» para luego finalmente provocar la explosión de luces y sonido con «Un segundo plan».
Le siguió «La noche eterna» y, de esa manera, se marcó un recorrido que incluyó «Súper Terror», «La Dinastía Scorpio» y «La Síntesis O`konor», es decir, su nuevo álbum y dos de sus más reconocidas producciones, lo que evidenció la ruta que se iba a desandar a lo largo de todo el show.
Que a «La luces» le siguiera «El perro», del disco «La otra dimensión», de 2019, reforzó la noción de que no iba a quedar etapa del grupo sin repasar en la consagratoria noche.
«Tantas cosas buenas» volvió sobre el nuevo trabajo, «Sábado» elevó el tempo, «Navidad en los santos» evocó como ninguna otra composición a Joy Division, y «Más o menos bien», «Medalla de oro», «Destrucción» y «Voy a disparar al aire» demostraron que cada una de las épocas conviven en una obra homogénea en la que cuesta diferenciar años.
Probablemente, la clave de eso resida no solo en un sonido que pendula en la amplia gama enrolada dentro del llamado postpunk, sino también en la simplicidad de las líricas que, en su mayoría, parecieran abrevar en el lado adolescente que perdura en cada persona a pesar del paso del tiempo.
Pero si más arriba se mencionó la ofrenda de la banda hacia un público que respondió con devoción, fue precisamente cuando llegó el momento de «El tesoro» en donde la comunión fue absoluta. La gran ovación se prolongó al final de la interpretación con la gente tarareando el coro y las luces acompañando al son de su rítmica.
«Diamante roto» también fue largamente festejada y el éxtasis se prolongó con «Excálibur», «El mundo extraño», «Coronado» y, fundamentalmente, «Yoni B» y «Chica rutera».
No fue casual que esa seguidilla haya sido elegida por la banda para poner el primer broche a la velada, antes de los obvios bises. Como para avisar que se trataba solo de un respiro antes de la explosión final, el escenario quedó iluminado de rojo con un sonido incidental de fondo.
«Gracias a todos por venir», dijo al regresar para los bises Santiago Motorizado, como lo había manifestado prácticamente al finalizar cada canción, en las que fueron las únicas palabras que necesitó para hablarle a su público.
En lo que fue la única balada del repertorio, con el solo acompañamiento del piano, interpretó «El universo» mientras el estadio se iluminaba con miles de celulares encendidos.
Con «Moderato» se cerró el listado de canciones de «Súper Terror» para reservar el final a temas que ya se han convertido en clásicos de la banda, tal el caso de «Ahora imagino cosas», «Fuego», «Chica de oro» y «Mi próximo movimiento».
Un nuevo agradecimiento del líder del grupo «por agotar estas dos noches» alcanzó para que, ahora sí, los fans se retiraran satisfechos y felices por la noche regalada por la banda.
Es que esta noche, por localidades agotadas, Él Mató a un Policía Motorizado hará una segunda presentación en el Luna Park, otra vez con todos los tickets vendidos. Como para que a nadie le quepan dudas que los número uno del rock indie local juegan en primera división.