Dudas y certezas

Por Santiago Martorelli

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Las PASO 2019 nos devuelven algunas certezas frente a tanta incertidumbre. Certezas importantes para atravesar el último tramo de este proceso electoral, pero también para pensar las formas de construcción de poder político en los tiempos que vienen.

Dudas y sorpresas

Hace cuatro años tuvimos la sensación que se nos caía el mundo. Después de una elección marcada por los traspiés, Mauricio Macri ganaba el ballotage con el 51,34% de los votos sobre el 48,66% de Daniel Scioli.

No nos alcanzaron todas nuestras reflexiones para explicar lo que había sucedido. La doctrina estaba en entredicho. Se desvanecían muchas de nuestras certezas con el tropezón de la estrategia electoral.

Sucedió lo que nunca imaginamos en la historia Argentina. La oligarquía había ganado por la vía democrática, con una herramienta política identificada con su ideología y auspiciada por algunas de sus figuras emblemáticas. Es decir, los “dueños históricos” de la Argentina iban a impulsar su proyecto económico desde el gobierno con un candidato elegido legítimamente, y de su propio riñón.

No tuvimos ninguna duda de su agenda económica, si bien nos sorprendió la novedad de la aparición de un partido político del liberalismo vernáculo.

Sorpresa y debate

Denunciamos esa agenda económica durante la campaña electoral, que fue caracterizada por los medios más cercanos a Macri como la campaña del miedo. Fueron cuatro años de contradicciones y debates muy profundos en torno a la forma de construcción política.

Había ruido en la conversación social. Esas verdades no eran escuchadas. Nos sentíamos con el síndrome de Casandra. Teníamos la sensación de que la gente no escuchaba.

Casandra tenía el don profético pero carecía del don de la persuasión. Una de las versiones del mito cuanta que el dios Apolo se había comprometido a transmitirle sus cualidades adivinatorias a cambio de que se entregara a él. Casandra aceptó la propuesta pero una vez transformada en adivina, se rehusó a cumplir lo pactado. Fue entonces que Apolo le escupió la boca, sin retirarle el don de la profecía pero sí el de la persuasión.

En esa campaña dijimos verdades que no lograron torcer la voluntad de nuestros vecinos y compatriotas.

Nos reafirmamos en el debate presidencial, cuando Macri tuvo que renegar de muchos de sus pilares de campaña por el temor a perder votos.

Luego del triunfo de Macri, la incertidumbre creció hasta niveles insoportables. Compañeros revisaban la doctrina, buscaban modelos de organización política en España, en otros países de Latinoamérica, pensando que el cansancio del peronismo era agonía.

Dudamos entonces si se trataba de un momento de dispersión y confusión de la voluntad popular o se trataba de la apuesta por la agenda económica del liberalismo bajo esa nueva forma política.

Las elecciones de 2017 no generaron ninguna seguridad sino nuevas dudas, tan profundas como las otras.

Las PASO y las certezas

Las PASO nos sorprendieron porque desandaron el camino de incertidumbre y porque el resultado fue una vuelta a la lógica de la “normalidad”. Un resultado que se inserta en el devenir histórico de nuestro país, que no se sustrae a la cultura política de nuestra sociedad.

Frente a la incertidumbre en la que cayeron nuestras certezas, luego de cuatro años de debates e innumerables luchas; frente a los entredichos que nos querían desalojar de las afirmaciones de la doctrina: Las Paso del 11 de agosto de 2019 nos dejaron una clarísima certeza que de un plumazo barrió nuestras dudas.

No es posible que un proyecto económico con la agenda que impone la oligarquía se pueda sostener por la voluntad popular en nuestro país, es decir, que se pueda sostener por la vía democrática por un período de tiempo prolongado. Esa es una fuerte convicción que debe devolvernos certezas.

El pueblo se enojó con el Peronismo. El pueblo puede enojarse con nosotros, y dejarse seducir en amores pasajeros por nuestros enemigos históricos. Se puede calentar, nos puede acusar y hacer críticas que son válidas y nosotros las tenemos que tomar. Puede votar con dureza y dejar de escuchar las verdades de su experiencia.

Pero lo que no va a hacer el pueblo es generar y sostener por el voto popular un proceso político que lo condene a la miseria, al endeudamiento, a la crisis extrema, al hambre y a la pobreza.

Esto no es producto de la casualidad. Esto tiene una explicación. Hay un antes y un después en la cultura política de nuestro pueblo. Acá existió Perón, acá existió el Peronismo y ese legado sigue marcándonos firmemente cuál es la línea que nosotros tenemos que desarrollar.

La sorpresa de las PASO nos devolvió la certeza que la sorpresa de aquella derrota nos había quitado.

Y muchos de nosotros mientras celebramos el triunfo de las PASO pero sobre todo la nueva etapa que se abre para el país, le dimos nuevamente la razón. Perón no se equivoca.

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