El sector yerbatero sufrió los precios más bajos en el 2024 y se espera una caída de producción en 2025
Precios que cayeron en picada y una normativa que pateó el tablero en una economía regional clave para las provincias del noreste. En Misiones el sector yerbatero mueve el 25% de la actividad económica.
Los productores de yerba mate atraviesan hoy una situación pocas veces vista en la economía. El sector tuvo una gran producción este año, con un volumen hasta 20% superior al ciclo anterior, pero que se traduce en una crisis sectorial que amenaza con desabastecimiento a la industria y, por añadidura y en cuestión de tiempo, también en las góndolas.
Tras dos campañas caracterizadas por sequía, este año el clima acompañó y se obtuvo una producción muy importante. Ya de por sí, eso solo hubiera supuesto un impacto en los precios pagados a los productores primarios, que como en muchas actividades suelen ser el eslabón más débil de la cadena.
Pero, además, este año «el diablo metió la cola» en la actividad, como dirían figurativamente en las provincias productoras del nordeste del país, y de ese modo se quebró el delicado equilibrio que mantenía alineados a productores, molinos e industria.
«La última zafra gruesa, que va de marzo al 30 de septiembre, tuvimos una excelente cosecha, con superproducción y rindes entre 20 y 30% más en los yerbales», señala Héctor Dingler, presidente de la misionera Cooperativa Yerbatera Dos de Mayo, que además comercializa sus propios productos bajo la marca Indumar.
Nelson Dalcomo, de la Asociación de Productores Chimiray de Corrientes, y referente yerbatero de la Federación Agraria Argentina (FAA), puso números sobre la mesa y recordó que «veníamos de producir unos 800 millones de kilos y este año vamos a estar en torno a los 1000 millones de kilos». Es decir, yerba mate no falta.
En ese escenario apunta a potenciar mercados de exportación y fomentar el consumo interno, en especial en el segmento de chicos y jóvenes.
Pero entre los productores la queja principal es que reciben un precio muy bajo por la hoja verde, que dependiendo de las zonas productoras varía de menos de $200 (en la región norte) el kilo de hoja verde puesta en secadero, a $260 pagados hoy en la zona sur (parte de Misiones y norte de Corrientes, la más rentable.
Cambio de escenario
«Estamos complicados por el precio. El año pasado los productores recibíamos $370 al contado y ahora estamos vendiendo a entre $200 y $250 y a plazo», explica Dalcomo.
Dingler coincide con esta mirada. «A comienzos de marzo recibíamos $370 la hoja verde puesta en secadero. Hoy pagan $270 el kilo en el mejor de los casos y $1000 la canchada, para la que se necesitan 3,8 kg de hoja verde», detalló.
El resultado es que con valores cercanos a los $200, más lo que se va por convenios de corresponsabilidad gremial y otros gastos, «al productor le quedan $50 por kilo», afirma Dingler. Y agrega que «debe recibir por lo menos $370 o $390 por kilo para que le quede un 15% o algo de margen».
«Una de las cosas que se pueden hacer es no cosechar», anticipa Dingler. El sector está evaluando acciones y en algunas localidades misioneras ya hay medidas de fuerza. Es un sector diverso en el que conviven unos 13.000 productores, alrededor de 15.000 trabajadores tareferos, 200 secaderos y 100 industrias, pero «son cuatro las que manejan el mercado», señalan fuentes del sector.
En este contexto, esta semana en una reunión de productores yerbateros con Facundo López Sartori, ministro del Agro y la Producción de Misiones, se analizaron medidas para garantizar un «precio justo» a los productores, y desde el Ejecutivo provincial pidieron un valor de $450 el kilo de hoja verde.
A desregular
Ahora todo es incertidumbre y no está claro cómo salir del laberinto. Por eso, aunque las industrias tienen suficiente stock de yerba mate canchada, no se descarta que si no hay normal abastecimiento de materia prima pueda haber faltantes en los centros de consumo. O se largarán al mercado productos con menor estacionamiento, lo que marcaría una baja en la calidad.
En realidad, más que el diablo el que se metió en la actividad fue el propio Gobierno, cuando puso en vigencia el ya célebre decreto de necesidad y urgencia 70/2023 en el arranque de la gestión Milei.
En sólo cinco artículos -del 164 al 168- establece cambios importantes en la Ley 25.564 de 2002 que creó el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). Así el DNU se enfoca en desregular un mercado que con sus bemoles venía funcionando más o menos bien.
El punto central es que el decreto de necesidad y urgencia le quitó al INYM la facultad de fijar precios de referencia para la comercialización de yerba mate en hoja verde y canchada (semielaborada), por lo que los productores dejaron de tener participación en la mesa de negociación del precio que ellos mismos perciben.
Al INYM sólo le dejaron las funciones de «promoción y fortalecimiento del desarrollo de la producción, elaboración, industrialización, comercialización y consumo de la yerba mate».
¿Producción a la baja?
Desde las asociaciones de productores denuncian también que el INYM se encuentra acéfalo desde hace varios meses porque la Secretaría de Agricultura no designa al presidente. Y, por otra parte, se abrió la importación de yerba desde Brasil y Paraguay, lo que contribuyó a deprimir los precios a los niveles actuales.
En este escenario y en un contexto económico complejo, en la actual campaña (se cosechará desde diciembre y hasta septiembre 2025) los productores anticipan una caída de la productividad.
«El 2025 lo veo complicado» señaló Héctor Dingler. Es que, a las cuestiones vinculadas al precio, se suma la presencia del rulo, un insecto que retasa el crecimiento y hasta puede matar a las plantas.
«Además, este año no se fertilizó casi nada», señaló el productor. Es que hasta el año pasado los secaderos daban abono para aplicar en los yerbales, pero este año no lo hicieron y los productores no tuvieron margen para hacerlo a su costo. «La producción puede caer hasta un 20%», alertó.
¿Puede faltar yerba en el mercado interno?, preguntó Forbes. «Si no entregáramos yerba, igual las industrias tienen stock para un año, se surtieron mucho de yerba canchada», explica Nelson Dalcomo.
La opinión es compartida por Dingler en relación a las existencias del sector industrializador, pero advierte: «Necesitan que entreguemos, no pueden quedarse sin stock, porque se requiere un tiempo para el estacionamiento natural (lo ideal es un año) y luego 30 días en cámara para sacar al mercado un producto de excelencia».
La nave factoría “Juan Perón”, diseñada para el faenamiento de la ballena en plena mar, constituyó la obra más perfecta que se haya construido hacia 1951. Sus dimensiones y tonelaje la acreditaban como la fábrica flotante más grande del mundo, lo que colocaba a nuestro país en primer término en cuanto a posesión de buques de factoría. (Forbes Ar.)