Comenzó la 125ª Asamblea plenaria electiva de la Conferencia Episcopal Argentina: Eligirán las máximas autoridades de la Iglesia Católica para trienio 2024-2027

Comenzó la 125ª Asamblea plenaria electiva de la Conferencia Episcopal Argentina: Eligirán las máximas autoridades de la Iglesia Católica para trienio 2024-2027

La 125ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), de carácter electiva, comenzó este lunes 11 de noviembre en la casa de ejercicios El Cenáculo, del partido bonaerense de Pilar.

El plenario se realizó por la tarde con el intercambio pastoral habitual. A las 19.30, el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, presidió la misa de apertura.

Las deliberaciones seguirán el martes con un retiro espiritual antes de las votaciones, previstas para miércoles y jueves.

La reunión episcopal cerrará el viernes con una misa en la basílica de la Virgen de Luján, donde serán proclamadas las autoridades episcopales para el trienio 2024-2027.

Cómo y quiénes participan

Están habilitados a votar y ser elegidos 98 obispos. Quienes son elegidos para los distintos cargos tienen que ser votados por las dos terceras partes de la Asamblea. Si en las dos primeras rondas de votaciones no se consigue ese porcentaje, se realiza una tercera ronda entre los dos obispos votados.

En total se elegirá la Comisión Ejecutiva: cuatro miembros, presidentes y delegados: 25 miembros e integrantes de comisiones: 86 miembros.

En primer término, la Comisión Ejecutiva, conformada por un presidente, vicepresidente primero, vicepresidente segundo y el secretario general. Luego la siguiente nómina:

Presidente de la Comisión Episcopal de Fe y Cultura

Presidente de la Comisión Episcopal de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica

Presidente de la Comisión Episcopal de Ministerios

Presidente de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada

Presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia

Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

Presidente de la Comisión Episcopal de Educación Católica

Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia

Presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social

Presidente de la Comisión Episcopal para Cáritas

Presidente de la Comisión Episcopal de Misiones

Presidente de la Comisión Episcopal de Ecumenismo, Relaciones con el Judaísmo, el Islam y las Religiones

Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Aborigen

Presidente de la Comisión Episcopal de Iglesias Orientales

Presidente de la Comisión Episcopal de Ayuda a las Regiones más necesitadas

Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral de Migrantes e Itinerantes

Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Universitaria

Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral de la Salud

Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral carcelaria

Presidente de la Comisión Episcopal de Sostenimiento de la Acción Evangelizadora de la Iglesia

Presidente del Consejo de Asuntos Económicos

Presidente del Consejo Pastoral para la Protección de Menores y Adultos Vulnerables

Delegado para la Pastoral de Santuarios

Delegado para las Causas de los Santos

Delegado para para Congresos Eucarísticos

Delegado para para la Pastoral Vocacional

A continuación, se eligen los miembros de cada comisión y consejo episcopal.

Primer día: Misa de Apertura con homilía de monseñor Oscar Ojea 

En el primer día de encuentro de los Obispos argentinos, en el marco de la 125° Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, su presidente, monseñor Oscar Ojea presidió la Misa de Apertura, en la que, por medio de su homilía expresó:

«Queridos hermanos:

En cada Asamblea Plenaria nos presentamos ante el Señor como cuerpo episcopal pidiendo la luz del Espíritu Santo y de un modo especial lo haremos en esta asamblea electiva en la que vamos a rezar y a pensar juntos acerca del rumbo que tomara nuestra Conferencia en los próximos años.

Traemos para poner delante del Señor en esta Eucaristía al terminar el año nuestra Acción de Gracias por tantos bienes recibidos en nuestra vida y ministerio; llevamos también en el corazón el clamor de nuestro pueblo a quien servimos y su sincero deseo de paz y de justicia en este tiempo tan delicado de nuestra convivencia social.

Dejemos que la Palabra de Dios ilumine nuestro encuentro. En las lecturas de hoy, en primer lugar, tenemos la breve carta de Pablo a Tito en la que se habla de las condiciones de quienes presiden la comunidad. El apóstol insiste: “Quien preside la comunidad tiene que ser irreprochable, como buen administrador de la casa de Dios”. Irreprochable…Por un lado sentimos que es algo que nos excede, por otro lado, reconocemos que esta recomendación paulina está en línea con lo que nos está pidiendo el Sínodo que acabamos de finalizar en cuanto a la transparencia, a la rendición de cuentas y a la rectitud en los procesos.

Encontramos en el Evangelio la profundización de esta idea. Se habla en primer lugar del escándalo. Dice Jesús, “es inevitable que los haya, pero ay de aquellos por quienes vienen”. Etimológicamente la palabra escandalo significa piedra de tropiezo. Es una piedra en el zapato que no nos deja avanzar, que nos detiene y paraliza. El escándalo hiere la vulnerabilidad del Pueblo de Dios, muchas veces destruyendo esperanzas e ilusiones. Es provocado por la falta de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, entre nuestra predicación y nuestros actos. El sínodo ha remarcado la importancia de esta coherencia de vida para la formación sacerdotal.

Los heridos por el escándalo nos interpelan constantemente para estar vigilantes, en esa misma línea está la recomendación de Jesús: “tengan cuidado”. Jesús nos exhorta muchas veces a estar atentos y vigilantes. Sabe que nos desviamos fácilmente del camino si no nos cuidamos. El Papa Francisco nos ha hablado extensamente en Laudato Si´ del paradigma del cuidado con respecto a la creación. En estos años a raíz de los abusos de distinto tipo venimos hablando mucho de esta actitud. La atención y el cuidado son las concreciones de la caridad. Quien ama cuida, presta atención. San Agustín decía “Donde hay amor, hay ojos”. Esa atención es la que debemos tener como pastores que velan por su rebaño.

La transparencia que nos pide hoy la Iglesia es una ayuda para cumplir nuestra misión no un control que nos oprime o nos abruma. Por el contrario, es una gran ayuda que facilita nuestro ministerio y lo mejora. El cuidado es una profecía en medio del descuido y del descarte en un mundo donde la vida no se valora en tantos aspectos.

El texto de Lucas nos trae un segundo tema. El perdón. Llegando al final del año y al final de un ciclo en la Conferencia es recomendable pedir perdón y perdonarnos. Estamos en las vísperas de un año jubilar. El Año Jubilar en la Biblia es un año de perdón de las deudas y de los pecados. Un obstáculo importante para perdonar aparece cuando nos quedamos atrapados en nuestras heridas y nos detenemos a restregarnos en ellas repitiendo con el pensamiento aquello que nos lastimó. Esta actitud nos impide tomar la distancia necesaria para perdonar, nos instala en el pasado y bloquea nuestros vínculos impidiéndonos avanzar. Es importante elaborar nuestros dolores, soltarlos y seguir adelante. Cuando nos encontramos con hermanos y hermanas heridas, en cambio, recordando que hemos sido perdonados por Jesús, nuestra actitud debe ser de sumo respeto y cuidado para no volver a dañar a quien herimos y ofrecer el espacio de la reparación. Sobre la reparación nos dice el Papa en la encíclica Dilexit nos, hablándonos de la belleza de pedir perdón, “la reparación para ser cristiana, para tocar el corazón de la persona ofendida presupone dos actitudes exigentes: reconocerse culpable y pedir perdón. Es de este reconocimiento honesto del daño causado al hermano y del sentimiento profundo y sincero de que el amor ha sido herido, que nace el deseo de reparar… Acusarse a sí mismo es parte de la sabiduría cristiana porque al Señor le agrada recibir un corazón contrito…” (188 y 189 de Dilexit nos)

El tercer tema que aparece en el evangelio es una exhortación a la fe. Nos unimos al pedido de los apóstoles a Jesús: “auméntanos la fe”, que ella madure en esa dimensión de abandono y entrega a la voluntad de Dios como lo fue la de María. Que vivir la fe en el abandono confiado a la voluntad de Dios de sentido a nuestra vida entregada a Jesús y a nuestras comunidades y que podamos dejarnos enseñar por la fe de los más pequeños de nuestro pueblo y continuar siendo sus felices servidores.

Que, por la intercesión de este gran Pastor, San Martín de Tours, cuya memoria hoy celebramos, el Señor así nos lo conceda.»

Segundo día: Asamblea Plenaria electiva: los obispos rezaron por la paz del mundo

Los obispos comenzaron la segunda jornada de la 125ª Asamblea Plenaria con la celebración de una misa, que tuvo dos intenciones principales: rezar por la paz del mundo y dar gracias por los 90 años de vida del cardenal Luis Villalba, quien presidió la celebración eucarística.

En la homilía, el obispo de Rafaela, monseñor Pedro Torres, expresó: «La vida de Villalba es también Palabra, que hoy agradecemos. ¡Cuánto para desentrañar, cuánto para agradecer, cuánto para escuchar!». El otro concelebrante fue el arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Lozano. 

«La paz es un don, la paz es bienaventuranza y es una tarea artesanal», dijo también el prelado rafaelino.

Al finalizar la homilía invitó a los demás obispos a unirse a la oración que hizo Pablo VI en 1970:

«Señor, todavía tenemos las manos manchadas de sangre de las últimas guerras mundiales, de modo que aún no todos los Pueblos han podido estrechárselas fraternalmente entre sí;

Señor, hoy estamos tan armados como no lo hemos estado en los siglos anteriores, y estamos tan cargados de instrumentos mortíferos que podemos, en un instante, prender fuego a la tierra y tal vez incluso destruir a la humanidad; 

Señor, hemos basado el desarrollo y la prosperidad de muchas de nuestras colosales industrias en la capacidad demoníaca de producir armas de todos los calibres, todas ellas destinadas a matar y exterminar a nuestros hermanos hombres; así hemos establecido el cruel equilibrio de la economía de muchas naciones poderosas en el mercado de armas para las naciones pobres, sin arados, escuelas ni hospitales;

Señor, hemos permitido que renazcan en nosotros ideologías que convierten a los hombres en enemigos entre sí: el fanatismo revolucionario, el odio de clases, el orgullo nacionalista, la exclusividad racial, las emulaciones tribales, el egoísmo comercial, el individualismo amante del placer e indiferente a las necesidades de los demás;

Señor, cada día escuchamos, angustiados e impotentes, las noticias de guerras que aún azotan el mundo;

¡Señor, es verdad! ¡No caminamos con rectitud!;

¡Señor, mira, sin embargo, nuestros esfuerzos insuficientes pero sinceros por la paz mundial! Hay instituciones magníficas e internacionales; hay intenciones de desarme y de negociación;

Señor, sobre todo hay muchas tumbas que estrujan el corazón, familias destrozadas por las guerras, los conflictos, la supresión del capital; mujeres llorando, niños muriendo; refugiados y prisioneros aplastados bajo el peso de la soledad y el sufrimiento; y son muchos los jóvenes que se levantan para que se promueva la justicia y la armonía sea ley de las nuevas generaciones;

Señor, Tú sabes, hay almas buenas que hacen el bien en silencio, con valentía, desinteresadamente y que oran con el corazón arrepentido y con el corazón inocente; hay cristianos, y cuántos, oh Señor, en el mundo que quieren seguir tu evangelio y profesan entrega y amor;

Señor, Cordero de Dios, que cuidas de los pecados del mundo, danos la paz.» (Con información del Eposcopado AICA)

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