Se realizó «Viva la Derecha Fest», la usina de divulgación de la ultraderecha en el Auditorio Belgrano en defensa de Dios, Patria y Familia
El «Viva la Derecha Fest» desplegó en el Auditorio Belgrano su defensa de , su combate al progresismo y una dura crítica contra medios y periodistas. Con formato joven reunió a figuras del start system más rancio, como Emmanuel Danann, Agustín Laje y Vicente Massot.
El evento fue anunciado como encuentro con exponentes de la nueva derecha argentina para definir la agenda de la batalla cultural. Presentado con estética, formato y banda de sonido de recital de rock, Viva la Derecha Fest tuvo como norte la defensa de los valores tradicionales ante la «creciente influencia de la agenda progresista, tanto en Argentina como en la región». Tuvo lugar a lo largo de todo el día de ayer en el Auditorio Belgrano, con un line up intergeneracional que incluyó desde el influencer ultraderechista Emmanuel Danann a Vicente Massot, en septuagenario empresario de medios y el primer periodista en la historia nacional en ser imputado como responsable de delitos de lesa humanidad.
Un Lollapalooza del pensamiento conservador, con entradas que iban desde los 10 mil hasta los 40 mil pesos para escuchar a oradores como Mamela Fiallo -El terrorismo feminista-, Gabriel Ballerini -La religión en la batalla cultural, Cristian Rodrigo Iturralde -La farsa indigenista. Pueblos imaginarios-, Javier Negre -¿Cómo ganar la batalla cultural con un medio low cost frente a los grandes medios zurdos?-.
En el auditorio podían verse matrimonios mayores que presenciaban el evento, mujeres con amuletos, familias con equipo de mate, jóvenes sub-30, en su mayoría varones. También parejas heterosexuales de entre 30 y 40 años y numerosos grupos de hombres mayores de 40 muy trajeados, reunidos alrededor de los foodtracks de la entrada -con café, bebidas, banderas de La Libertad Avanza y paletas-, o en torno al puesto de libros libertarios, donde había títulos como El libro negro de la nueva izquierda -de Agustín Laje y Nicolás Márquez-. También, aunque no eran mayoría, podía verse circular por el lugar a militantes libertarios -de distintas edades con sus camisetas y en busca de selfies con las estrellas-, adolescentes darks, otakus y neonazis con el outfit correspondiente -uno de ellos, en compañía de su mamá-.
Dos de los protagonistas más aplaudidos del evento fueron Agustín Laje y Javier Negre, director de La Derecha Diario. El biógrafo de Milei, Nicolás Márquez, ofició de maestro de ceremonias dando la bienvenida, presentando a los expositores. No se dijo ni una palabra de economía y muy poco de la actualidad política local, porque los principales temas estuvieron en el campo de la filosofía política, la historia, con principal foco en críticas a la ideología de género.
Márquez estuvo a cargo del momento que tal vez haya sido el pico energético de la jornada con una arenga con tono de amenaza directa e insultos a los periodistas que «sé que están en la platea con nosotros porque se acreditaron, y vinieron a cubrir para sus medios ‘progres’, de izquierda, como son la mayoría de los medios de este país». «¡Vinieron acá para escribir sus notas que mañana -por hoy- nadie va a leer!», gritó.
Página/12 en particular fue mencionado en varias oportunidades desde el escenario entre los «ideólogos» que influyeron en el kirchnerismo para motorizar desde 2003 en adelante la agenda de lesa humanidad, y una política de «demonización de las fuerzas», un modelo alentado «por Cuba».
Fue a partir de ese año que la Justicia habría empezado a tratar a «nuestros militares peor que si fueran un ejército de ocupación». Desde el escenario y desde el auditorio fueron repudiadas mediante gritos y cánticos las «prácticas de odiosa discriminacion contra los héroes que salvaron a la Patria de la subversión y anularon las leyes de pacificación en la Argentina».
Con cara de oler sangre, Márquez dedicó un largo rato a gritar desde el escenario y a señalar con su dedo al azar hacia la platea donde podrían encontrarse aquellos «comunicadores ratas, sucias, empobrecedoras». Mientras, el auditorio de pie aullaba con brazos en alto y cantos como «la casta tiene miedo». En ese clima, cualquier elemento plausible de ser confundido con un pañuelo verde, u otro distintivo de algún grupo indeseable para ese público, hubiera desencadenado un linchamiento.
Vanessa Kaiser, una de las más afamadas voceras académicas de la llamada batalla cultural en Chile -presentada además por Márquez como la prueba viviente de la «superioridad estética de las derechas», basó su exposición en lo que considera el prototipo humano de la época: el «sujeto esquizo, sinónimo de progresismo».
Lo definió como «plaga» que se sostiene sobre un cuerpo de ideas con dos patas: la ideología climática y la ideología de género. El sujeto esquizo buscaría la destrucción de las naciones, la patria, mediante el fomento de la inmigración, y la destrucción de la familia y la norma binaria, mediante lo que llama «la norma trans». Se buscaría así implantar un «nuevo orden mundial».
Para Kaiser esto es algo sobre lo que Benedicto XVI empezó a advertir en el 2005: «Los jóvenes piden el suicidio asistido y aborto porque la ideología climática les hace creer que no habrá futuro». Esa sería para Kaiser la explicación de por qué mucha gente elige tener perros en lugar de hijos. La académica mencionó el tema sin aclarar si considera o no al presidente Milei un ejemplo de este prototipo de sujeto, que constituye su objeto de estudio.
Miklos Lukacs, el académico peruano presentado por Márquez como «uno de los más grandes exponentes del pensamiento conservador», subió con música de Coldplay para dar una conferencia sobre las diferencias y puntos de contacto entre las derechas conservadoras tradicionales y las posturas liberales libertarias. Dijo que el 95 por ciento de las personas son conservadoras, aunque todavía no lo sepan.
Explicó que según él una de las diferencias entre los libertarios y los conservadores es que los primeros entienden a la libertad como un fin en sí mismo, y los conservadores la entienden como un medio, por lo que estos últimos se hacen preguntas como: ¿para qué queremos ser libres? ¿todo el mundo se merece ser libre? ¿los delincuentes también?
Para explicar esas diferencias citó como ejemplo el consumo de drogas y el uso de la plataformas en las que se vende contenido erótico. «Los liberales libertarios sobre esos dos temas dirían: ‘que hagan lo que quieran mientras no haya daño a terceros’. Pero los conservadores decimos: ‘siempre hay daño a terceros’. Porque, ¿qué pasa si al que se droga le da un paro y tiene que ir al hospital que pagamos entre todos? ¿Y qué pasa si los padres de la chica que se hizo la cuenta de OnlyFans se enteran de lo que hace?», planteó.
Lukacs dijo que la causa principal «del declive de occidente es el progresismo» y que las «agendas arcoiris, es decir, el aborto, las minorias sexuales, el terrorismo climático, son temas que no se detienen y que son levantados como banderas tanto por la izquierda como por algunas derechas, las falsas o progresistas. Ver quiénes adhieren a estas agendas permite distinguir a los progres de derecha», que serían falsos derechistas.
La conferencia más esperada de la jornada estuvo a cargo de Agustín Laje, uno de los divulgadores de ultraderecha más jóvenes y más leídos en Latinoamérica, que dedicó su exposición, casi táctica, a dibujar un mapa de situación: «dónde estamos parados, quiénes son hoy nuestros principales enemigos y cuáles son nuestros proyecciones».
Ubicó al «globalismo» como enemigo prioritario de las derechas en el mundo, que incluso habría desplazado a las izquierdas. Lo definió como la «transferencia de las soberanías nacionales a organismos internacionales que tienen objetivos explícitos de gobernanza global». Sus metas son las de la Agenda 2030, lanzada en 2015, contra la que el Milei despotricó recientemente en plena Asamblea de la ONU.
La agenda 2030, según el autor de La batalla cultural, se sustenta sobre el wokismo -que en palabras de Laje sintetiza a todas aquellas personas que «despiertan ante una realidad opresiva»- y el progresismo definido como la «multiplicación de derechos, que lo único que hacen es recalentar la maquinaria estatal a tal punto que cualquier derecho pierde valor». (P/12)