Jóvenes con discapacidad se acercan al teatro, la fotografía y la magia
Actores, fotógrafos y músicos generaron en la Argentina ámbitos de arte inclusivo al que asisten adolescentes, jóvenes y adultos con discapacidad, en los que rescatan sus potencialidades expresivas en disciplinas como el teatro, la fotografía o la magia, con experiencias que se proyectan a Latinoamérica y propician una inserción en el mercado laboral.
Los iniciadores de estas experiencias, integradas en parte por personas con discapacidad, coinciden en la necesidad de realizar abordajes de cuidado y respeto, valorando las diferencias y abrazando las potencialidades de cada participante, con aprendizajes lúdico pedagógicos que les permiten expresarse e integrarse aportando su mirada a la sociedad para derribar prejuicios a través de sus creaciones artísticas.
«Las ilusiones» es una de las compañías de arte inclusivo de alcance nacional que se inició por influencia de la actriz Alicia Zanca, madre de mellizos con síndrome de Down, y dirige el actor y director de teatro Juan Ignacio Acosta, licenciado en Dirección Escénica por la Universidad Nacional de las Artes (UNA).
Otro de los espacios es la asociación civil «Yo también», con talleres de fotografía y expresión audiovisual, dirigido por Melina Martínez; «Oveja Negra» es un grupo de teatro a cargo de Gisella Amarillo; mientras que «Omi», de Omar Sauchuk, es un espectáculo de magia, asistido por un joven con síndrome de Down.
«El arte inclusivo parte del trabajo en la diversidad, en la retroalimentación con el otro, abrazando las potencialidades, no lo que «creemos que falta», explica a Télam, Acosta, autor del libro «Prácticas artísticas inclusivas» (Novedades educativas).
Para estas personas, el arte aporta «la posibilidad de correr el concepto de discapacidad, y poder ver al sujeto con todas sus potencialidades», destaca Acosta, que inició los talleres con Zanca y luego de su muerte en 2012 comenzó a armar una red con amigos y colegas de arte inclusivo en Ciudad de Buenos Aires que tiene sedes en provincia de Buenos Aires, Salta y Colón -Entre Ríos- con cerca de 500 actores y actrices.
Martínez, de «Yo también», considera que «para una persona con discapacidad muchas veces el arte es una de las únicas posibilidades de expresarse más abiertamente, porque comunica la mirada que tiene un artista del mundo, de sus miedos, sus deseos, sus preguntas, sus cuestionamientos».
«En nuestro caso, las palabras, los pensamientos, sueños, miedos o deseos, se transforman en imágenes cargadas de significados. Si realmente una foto es ‘artística’ es porque conecta al artista y al espectador. Si eso sucede, sucede el hecho artístico y también la inclusión, porque una persona con discapacidad está teniendo un lugar, se está manifestando y está siendo parte activa de la cultura», afirma Martínez, quien desde 2015 dictó junto a otros colegas más de 40 talleres de video, fotografía, stop motion e ilustración en Argentina, y en 2017 desarrolló un proyecto de alcance internacional, «Yo también soy Latinoamérica», del cual surgió la producción de un libro y una película documental.
El trato «de igual a igual, es fundamental», en estos ámbitos de aprendizaje, señala Acosta, quien rescata «la idea del pedagogo Carlos Skliar, de aceptar a todos y a cualquiera, no en sentido peyorativo sino en un sentido más amplio, de comunidad, ya que el colectivo de personas con discapacidad pertenece a esta sociedad, forma parte, no tiene otra».
Para lograr la inclusión y desandar los prejuicios «es cuestión de romper un velo y ver qué sucede del otro lado», afirma Gisella Amarillo de Oveja Negra y agrega: «con una sola persona que rompa su prejuicio, que se anime a ver a otros y a otras, que al menos se interrogue o empiece a pensar sobre la diversidad, habremos hecho algo pequeñito para colaborar con un mundo más justo».
Nacida en 2013, Oveja Negra se formó al inicio con egresados de la Escuela de Recuperación y de Educación Especial Portal del Sol, de Tapiales, localidad del oeste del conurbano bonaerense, y luego fue sumando nuevos actores a su elenco estable, aunque siempre con el humor como recurso y las anécdotas de la vida cotidiana como materia prima para sus espectáculos.
Otro aspecto fundamental, para Acosta, es «la idea de romper con el arte terapéutico, que es el siempre está puesto en primer lugar, para las personas con discapacidad».
En el caso del arte escénico, «incentiva para poder expresarlas mejor, poder elegir, transmitir un mensaje de una mejor manera, dado que es en vivo, en un escenario y el público es testigo de ese momento sin distancia en el tiempo, lo que aporta la posibilidad de que nos vean, nos descubran de manera positiva», dice Acosta, quien junto al grupo abordan textos clásicos de Shakespeare, Moliere, Lope de Vega, Florencio Sánchez, en creaciones colectivas.
Con la fotografía, la «sorpresa» del público llega a través de las muestras: «a la gente la interpela tanto las fotos como ver a sus autores el día de una exposición. Las miradas artísticas plasmadas en fotos concretas, invitan al público a cuestionarse. Se da ese fenómeno donde los prejuicios se empiezan a resquebrajar», dice Martínez, productora y fotógrafa independiente y coautora del libro «Miradas que cuentan».
En cuanto al abordaje pedagógico, Martínez explica que los talleres entienden «al juego como el medio para asimilar conceptos nuevos, la herramienta para desarrollar mayor creatividad, y la excusa para encontrarnos y divertirnos».
«Uno de los momentos cruciales de los encuentros es la puesta en práctica, que es cuando los participantes van a sacar fotos (en grupos reducidos), facilitando compartir el conocimiento entre si, logrando la base del aprendizaje cooperativo», agrega.
Estos espacios de arte inclusivo contemplan además la salida laboral de los artistas, lo que se da aún de manera acotada. En el caso de fotografía y audiovisual, Martínez dice que «algunos de los estudiantes de la ONG han comenzado sus prácticas laborales en coberturas fotográficas de eventos y retratos institucionales» y dentro de la ONG «también existe el área de Fotografía Laboral, buscando darles las herramientas adecuadas para hacer de la fotografía un trabajo».
En tanto, Acosta señala que varios artistas de la compañía que dirige han participado de series, producciones audiovisuales, como también de publicidades, y considera que «la inserción laboral de las personas con discapacidad es ardua, y en las artes más, porque siempre es un sector más desfavorable».
Un ejemplo de salida laboral se da también con el espectáculo de magia inclusiva donde Alejandro, un joven con síndrome de Down, trabaja como mago profesional, desde hace siete años en el espectáculo de Magia inclusiva del mago y actor «Omin». (Télam)