El papa Francisco pidió hoy una «revolución copernicana» en la economía mundial para la pospandemia, al dirigir su tradicional discurso anual a los embajadores acreditados ante la Santa Sede, frente a quienes también lamentó la «crisis de la política» que se ve a nivel mundial y renovó su pedido para que se condone la deuda externa de los países más pobres.
«Con demasiada frecuencia, nos hemos olvidado de la solidaridad y los otros valores que permiten que la economía esté al servicio del desarrollo humano integral, y no de intereses particulares, y se ha perdido de vista el valor social de la actividad económica y el destino universal de los bienes y recursos», criticó el Papa durante el mensaje de una hora leído en el Aula de las Bendiciones del Vaticano.
«La crisis actual es, por tanto, una ocasión propicia para replantear la relación entre la persona y la economía. Lo que se necesita es una especie de nueva revolución copernicana que ponga la economía al servicio del hombre y no al revés», convocó Francisco de frente a representantes de gran parte de los 183 Estados con los que la Santa Sede tiene relaciones.
En ese marco, el Papa aseveró que la pandemia «ha puesto de relieve otra enfermedad que nos afecta actualmente: la de una economía basada en la explotación y el descarte tanto de las personas como de los recursos naturales».
Así, Francisco dedicó un pasaje de su mensaje a lo que denominó como una «crisis de la política», caracterizada por «el crecimiento de las contraposiciones políticas y la dificultad, por no decir la incapacidad, de encontrar soluciones comunes y compartidas a los problemas que aquejan a nuestro planeta».
«Es una tendencia a la que se asiste desde hace mucho tiempo y que se difunde cada vez más, incluso en países de antigua tradición democrática», planteó, en lo que pareció una referencia a los incidentes ocurridos el mes pasado en Estados Unidos.
«Lamentablemente, la crisis de la política y de los valores democráticos afecta también a nivel internacional, con repercusiones en todo el sistema multilateral y la evidente consecuencia de que organizaciones pensadas para favorecer la paz y el desarrollo, sobre la base del derecho y no de la ley del más fuerte, vean comprometida su eficacia», agregó Francisco.
Durante el mensaje, el Papa planteó que «la pandemia es una ocasión que no se puede desaprovechar para pensar y llevar adelante reformas orgánicas, para que las organizaciones internacionales recuperen su vocación esencial de servir a la familia humana, para preservar la vida de toda persona y la paz», asevero.
Planteando sus ideas para el mundo pospandemia, Jorge Bergoglio renovó su llamado «para que se le ofrezca a cada persona humana el cuidado y la asistencia que necesita».
«En efecto, no puede ser la lógica del lucro la que guíe un sector tan delicado como el de la asistencia y los cuidados sanitarios»; planteó con firmeza.
Durante la pandemia, según el Papa, «en muchas partes del mundo, la crisis ha afectado particularmente a quienes trabajan en los sectores informales, que fueron los primeros en ver desaparecer sus medios de subsistencia».
«Al vivir fuera de los márgenes de la economía formal, ni siquiera tienen acceso a los amortiguadores sociales, incluidos el seguro de desempleo y la asistencia sanitaria», sostuvo.
De frente a la recuperación económica, el Papa deseó, además, «que la coyuntura que estamos atravesando sea igualmente un estímulo para condonar, o por lo menos reducir, la deuda que recae sobre los países más pobres y que de hecho impide la recuperación y el pleno desarrollo».