Con diversidad de texturas y ficciones, «Conurbe» revaloriza la potencia del conurbano bonaerense

Con diversidad de texturas y ficciones, «Conurbe» revaloriza la potencia del conurbano bonaerense

La editorial de la Universidad de Hurlingham inaugura su colección dedicada a la literatura con «Conurbe. Cartografía de una experiencia», una antología prologada y compilada por el escritor Julián López, en la que Dolores Reyes, Alejandra Zina, Hugo Salas, Camila Sosa Villada y Sebastián Pandolfelli, entre otros autores, revalorizan la potencia de un territorio heterogéneo como el conurbano bonaerense.

Por Emilia Racciatti

El libro es una antología prologada y compilada por el escritor Julián López.

El libro es una antología prologada y compilada por el escritor Julián López.
En diálogo con Télam, López (Buenos Aires, 1965), que también es el responsable de esta nueva colección llamada Transurbana, dice que desde el principio tuvo claro que además de «los relatos había una idea mayor que es la idea de la antología, que los textos necesariamente iban a dialogar» y que le interesaba que se estableciera «cualquier tipo de diálogo, ya sea amistoso y de enemistad también, que chocaran entre sí pero que efectivamente mostraran una trama de vinculación posible».

Selva Almada, Gabriela Cabezón Cámara, Inés Garland, Carla Maliandi, Claudia Piñeiro, Katya Adaudi y Fernando Veríssimo completan el repertorio de creadores de estos cuentos en los que se va tejiendo un recorrido por memorias revividas a partir de un evento familiar, mudanzas que se presentan como oportunidades de una nueva vida o diálogos entre vecinas aturdidas por un pasado reciente.

¿Cómo se concibió la convocatoria de escritores y cómo se conformó el núcleo de temas?

«No me importaba que ni que hubieran nacido, ni que hubieran vivido en el conurbano. La literatura supone la posibilidad de que las palabras sean una posesión que no es de nadie, es una herramienta para contar lo humano. Estoy muy en contra de la idea de autoridad en ese sentido», relata el autor de «Una muchacha muy bella».

«El conurbano bonaerense tiene una potencia migratoria abrumadora y por tanto una explosión e implosión cultural, política y social muy importante. Es como una franja que bordea la capital unitaria de federalismo subsumido por la idea de un centro entonces es una usina temática y narrativa muy importante», señala López y se muestra contento con como quedó la antología, a la que define como «un mosaico complejo y diverso en el sentido menos cool del término».

Dolores Reyes cuenta que vive cerca de la Universidad de Hurlingham.

Dolores Reyes cuenta que vive cerca de la Universidad de Hurlingham.
Acerca de los diálogos que se pueden establecer entre los relatos de «Conurbe» está el compuesto por «Bicicletas», donde Dolores Reyes narra a una adolescente toma decisiones sobre su cuerpo para dar lugar y proyectar su deseo diferenciándose de sus hermanas mayores, y «La dama de la noche», en el que Alejandra Zina da cuenta de una mujer que se detiene a observar a su suegra, su cuñada y una vecina mientras encuentra un espacio para repensarse.

Reyes cuenta que vive cerca de la Universidad de Hurlingham, que la conoce porque participó de alguna actividad y que cuando la convocaron pensó en «ficcionalizar alguna suerte de problemática» que la atravesara y así armó este cuento a partir de su práctica docente y su rol de madre.

«A partir del último aumento fuerte de colectivo, mi casa se llenó de bicicletas, las de mis hijos, sus amigos, novias. Por otro lado, pensé en una situación que viví en la escuela en la que trabajo cuando una exalumna volvió embarazada y después de acompañarla para que siguiera estudiando porque es lo que quería, tuvimos una charla y surgió el tema de las chicas chipeadas. Me contaba de chicas de 14 años que estaban chipeadas, que eso era muy terrible por la carga hormonal, pero por lo menos estaban eligiendo qué hacer con su cuerpo o cuándo ser madres y cuándo no. De toda esa bola de realidades surgió este cuento, ‘Bicicletas'», relata la autora de «Cometierra».

En medio de sus tareas cotidianas, Reyes le pone voz a una charla con Télam en la que asevera que su cuento «trata de cómo una piba puede en este contexto y con las herramientas que tiene, hacerse cargo de una decisión y de una estrategia de cuidado del cuerpo y sostener su vida pese a ser muy joven y tener limitadas herramientas. Hay una inteligencia emocional puesta al cuidado de ella misma y a sostener y bancar esa decisión».

Zina afirma que eligió ubicar su ficción en la zona oeste, puntualmente en Isidro Casanova, donde está la casa familiar del marido de esta narradora, una visitante de ese espacio al que llega desde la Capital.

Alejandra Zina afirma que eligió ubicar su ficción en la zona oeste, puntualmente en Isidro Casanova.
«Me interesaba narrar más a las mujeres. Tanto a esta narradora que no es de ahí y que va de visita en Navidad, Nochebuena, como a la madre del marido y la hermana de la madre que son paraguayas, la novia del cuñado que esta ahí en ese almuerzo y la viuda del barrio que cae en un momento y se queda. El marido no aparece, salvo en la foto de infancia. El suegro y el cuñado tampoco, de hecho se van a dormir la siesta en un momento», reconstruye la autora del libro «Hay gente que no sabe lo que hace».

En ese universo le interesaban «las casas como las de este barrio de Casanova donde las calles eran de tierra hasta no hace mucho tiempo. Casas que levantan los hombres, pero que a la vez son gobernadas por las mujeres. Ahí hay algo del orden interior de la atmósfera que esta en manos de las mujeres. A la vez -sostiene- ellas son las que están ancladas en la casas, las que no salieron a trabajar. Esas casas están dando vueltas en el relato».

Las mujeres son las protagonistas de ambos cuentos y Reyes reflexiona: «Hay cierta mirada común hacia problemáticas que definen una historia de vida y tienen que ver con la emancipación de las decisiones sobre los propios cuerpos. Si bien se presentan particularizadas, abordan algo mucho más grande y trascendental para todas esas chicas. Cuando digo chicas pienso en la mujeres en sentido amplio y también en los cuerpos feminizados. Algo de esto hay en estos cuentos. En el mío, por ejemplo, está el tema de la decisión de los cuerpos que sigue estando ahí y sigue definiendo historias».

«En el cuento de Dolores hay una comunidad de mujeres, madres, hijas y nietos. Ellas están en la casa, aparece el padre pero tiene un lugar medio lateral. En la casa la presencia contundente es la de ellas. Y la protagonista es la que quiere zafar de ese destino, encontrar algo que la lleve a hacer una vida diferente a la de sus hermanas y su madre. Las mujeres de ambos cuentos están también en lugares geográficamente muy cercanos», reflexiona Zina.

La escritora dice que «hacía tiempo que estaba con ganas de contar ese lugar y la invitación de Julián fue la excusa perfecta» para ponerse a trabajar en ese relato que al inicio se componía de «imágenes, olores, sonidos, ruidos, texturas».

Reyes traza un panorama sobre la antología en su conjunto y resalta que «hay muchos diálogos territoriales, que hacen al género y a las problemáticas sociales que abordan» y eso es lo que considera que «enriquece mucho el libro total, donde además todas las miradas del conurbano son absolutamente heterogéneas con voces diferentes habitándolo permanentemente o circunstancialmente».

Fuente Telam Por Emilia Racciatti

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