Los maestros celebran su día extrañando «los abrazos y besos» de sus alumnos

Los maestros celebran su día extrañando «los abrazos y besos» de sus alumnos

En 1943 que se estableció el 11 de septiembre como Día del Maestro en la Argentina
Las maestras y maestros argentinos celebran hoy su día fuera de las escuelas, con festejos virtuales y «extrañando los abrazos de los chicos», en un año marcado por la pandemia de coronavirus, en el que muchos patios donde se hacían los actos se convirtieron en lugares de acopio de canastos de comida que, cada 15 días, los docentes entregan a familiares de los alumnos de hogares vulnerables.

Esta situación es un hecho inédito desde aquella primera vez, en 1943, que se estableció el 11 de septiembre como Día del Maestro en la Argentina, en conmemoración al fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, allá por 1888.

«Un año diferente, un Día del Maestro distinto en una situación que nunca esperamos vivir», dijo a Télam Daniela Kirzner, maestra de 6º y 7º grado en la escuela porteña número 27 Petronila Rodríguez.

«Lo que más voy a extrañar de ese día, es estar en la escuela, con los chicos, extraño esos abrazos, sus caras, las cosas lindas que compartimos ese día, contó a Télam.

No descarta Daniela que habrá «festejos virtuales»; de hecho, dijo que «las maestras de primer grado están preparando un blog para ese día con fotos y videos de las docentes».

Y en el patio de la escuela, donde antes hacían los actos escolares y servía como lugar de recreación, hoy acopian los canastos de comida que cada 15 días, docentes y familias llevan al colegio para distribuir entre los más afectados por la crisis.

A Luján González, «la seño» de 5º A y B del colegio Buen Consejo, del barrio de Barracas -al que concurren en su mayoría chicos provenientes del Barrio 21-24- la sorprendieron con una «fiesta sorpresa virtual» organizada por las profesoras especiales que -de acuerdo con las nenas, padres y directivos- hicieron un Zoom con juegos para las maestras en el que el premio fue un video donde las 55 alumnas mostraban carteles, dibujos, flores y regalitos que habían hecho para ellas.

Aún emocionada por la sorpresa, Luján expresó a Télam su cariño por esa escuela, donde trabaja con «nenas muy afectivas, con mucha necesidad de dar y recibir afecto y mucha contención».

No fue fácil para Luján buscarle la vuelta y «transitar esta difícil tarea en la cuarentena».

«Al principio las clases no eran clases, sino audios que se enviaban a una mamá que lo distribuía entre los otros padres. Después armé un grupo por Whatsapp con las 30 y pico de nenas», explicó.

«Fue muy difícil para mí, para las nenas, para los padres, porque hay alumnas que tienen un solo celular en la casa, o no tienen datos, o no tienen conexión y había padres que ni siquiera sabían enviar un mail. Pero superamos y mejoramos, y hoy las clases se dan por Zoom», contó la maestra.

Para Luján González, las clases virtuales facilitaron momentos para «estar juntas, donde ellas me permiten entrar a su casa y a su familia. Es totalmente distinto a lo que estaba acostumbrada, pero me permitió ser una mejor docente».

«Siempre hay una videollamada que es la excusa perfecta para que cuenten que nació un hermanito, que su perrito está enfermo o que están un poco tristes o contentas… y esto también es ser docente», concluyó Luján.

Si fue difícil para las maestras de grado adaptarse a las clases virtuales, el desafío fue aún mayor para las docentes de nivel inicial, con los chicos de 3 y 4 años que por primera vez se integraron al sistema educativo.

María Paula Marucco, docente en sala roja de 3 años del colegio José Manuel Estrada de Rafael Calzada, conversó con Télam sobre este desafío.

«Comenzamos en febrero, preparamos la sala, recibimos a las familias, tuvimos 9 días hábiles presenciales con los nenes y luego llegó la cuarentena», dijo.

Marucco recordó que ese primer día no se lo olvida más: «Nos reunimos en una sala para pensar qué íbamos a hacer porque era un desafío para las docentes».

«Generamos grupos de Whatsapp para tener contacto con las familias y a través de archivos de Word enviamos algunas propuestas porque, para ese entonces, la cuarenta duraría 15 días».

«Después nos replanteamos la continuidad pedagógica: sumamos Classroom primero, después probamos con Zoom y también implementamos las videollamadas por Whatsapp una vez por semana, donde cada dos nenes hablamos y jugamos un ratito, no tanto por un objetivo pedagógico sino para estimular el vínculo», contó Marucco.

También Luján Vago, maestra de tercer grado del Colegio Monseñor Aneiros, del barrio porteño de Flores, «extraña muchísimo la presencialidad, el colegio, el aula, los recreos y los abrazos».

Y dijo que «hay una cuota de contacto con los chicos que faltó este año y se notó mucho este año.

«Nos encontramos con el desafío de llevar el aula, la dinámica cotidiana y la cercanía con los chicos a la virtualidad», explicó.

En su caso se pudo organizar bien. Todos sus alumnos se conectaron, y con el pasar de los días logró, junto a sus alumnos, «tener un buen hábito de estudio de manera virtual».

También aclaró que «hay muchas clases en las que se invierte tiempo en que los chicos cuenten cómo están, muestren videos de su vida cotidiana sobre cómo cocinan con sus padres, juegan con sus mascotas o te muestran fotos leyendo. Esta situación nos abrió a un contacto con las familias mucho más profundo del que teníamos antes».

«En este Día del Maestro no queda más que agradecer. La verdad es que nos encontramos con cosas que muchas veces nos sobrepasaron, pero se pudieron llevar adelante. Hay mucho tiempo invertido, mucho cariño y mucho esmero», dijo a Télam Lujan, quien confesó que este año extrañará «el gran festejo que hacemos con los chicos en el patio del cole y la merienda compartida».

También para Laura Szczapowy, maestra de segundo grado en una escuela pública del barrio porteño de Villa Pueyrredón, lo «más complicado de este tiempo fue no tener los abrazos y los mimos de los chicos y hacia los chicos, eso fue complicado. Tuve que adaptarme», dijo.

Laura tiene 24 alumnos y con todos pudo conectarse de alguna manera ya que «si bien las clases no son presenciales y físicamente no estamos en las escuelas, la escuela se instaló en las casas».

«Hacemos horarios extras, incluso yo doy clases los sábados para que ninguno se quede sin poder recibir su clase», afirmó.

Szczapowy reconoció a Télam que se le «arruga el estómago», cuando piensa que este Día del Maestro va «a extrañar el contacto con los chicos, la calidez de los abrazos, de familias agradecidas. Los voy a extrañar», repitió Laura.

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