Los Violadores: a 30 años de un recital emblemático

Los Violadores: a 30 años de un recital emblemático

Los Violadores, indiscutible ícono del punk rock argentino a lo largo de la historia, diseñó hace tres décadas uno de sus más recordados shows de una carrera signada por los vaivenes, tanto en el estricto orden musical como en el de las relaciones interpersonales.

De ese recital que comprendió algo más de veinte temas y casi dos horas quedó el testimonio: «En Vivo y Ruidoso» (CBS, 1990), primer disco en directo de la banda y sexto de una trayectoria marcada por la coherencia ideológica y estética.

Ese concierto entregó –además- aristas, que definieron esa relación «amor-odio» por la que siempre transitaron el cantante Pil Trafa (Enrique Héctor Chalar según sus documentos) y el guitarrista Stuka (Gustavo Fossa). La banda se completó esa noche con el bajista Robert ‘Polaco’ Zelazek y el baterista Sergio Vall.

Ocurrió un sábado 18 de agosto de 1990 en el estadio de Obras, que todavía no estaba bautizado como El Templo del Rock pero que ya se ofrecía como alternativa al «rico Luna Park» (parafraseando a Los Redondos) para aquellas formaciones que crecían en popularidad, en una década prolífica para el rock vernáculo.

El recital entregó un arranque furioso con la ejecución de las primeras notas de «Represión» (del disco debut «Los Violadores», 1983), al que le siguió el poderoso «Violadores de la ley» («Mercado Indio», 1987) para otorgar otro guiño cómplice de la banda a los casi 5 mil fans que poblaron la sala de Núñez.

Otras canciones relativamente «nuevas» como «Ellos son» o «Aunque se resistan» (de «Y que Dios nos perdone», 1989) convivieron saludablemente con clásicos como «Uno, dos, Ultraviolento» o «Nada ni nadie nos puede doblegar» (incluidos en «Y ahora qué pasa?», 1985), aunque esta última canción estuvo lejos de aportar la «épica western» que solía producir cada vez que sonaba.

Además, el show en el recinto de Avenida del Libertador al 7300 otorgó –al menos- otras tres características peculiares.

La primera estuvo representada por el acercamiento de la música clásica a un género, en apariencia, sin puntos de contacto como el punk, con la irrupción del tenor Carlos Saidman.

El intérprete lírico, que subió al escenario entre tibios aplausos, cautivó a la concurrencia con una frenética versión de la «Novena sinfonía-Himno a la alegría» (de Ludwig van Beethoven), que luego dio paso a una acompasada performance de «Más allá del bien y del mal», esa gema ideada en «Fuera de Sektor» (1986), el tercer álbum de la agrupación.

El recital también entregó un inédito –hasta ahí- cuestionamiento al mundo de la política, desde el propio escenario.

Así, Pil Trafa le dedicó explícita e irónicamente el tema «Contra la pared» (registrado en «Y que Dios nos perdone», 1989) al entonces Juez Federal de San Isidro, Alberto Piotti.

El magistrado había dirigido –en noviembre de 1988- un operativo que encarceló durante dos días a los integrantes de la formación, al hallar en la discoteca Latex de San Miguel una bolsa de dos kilos que se creyó que contenía cocaína, aunque, finalmente, se comprobó que se trataba de cloruro de amonio (sustancia utilizada para hacer humo blanco sobre el escenario).

Además, el show permitió «descubrir» a un músico pelilargo que, por esos días, volvía a acomodarse al conurbano bonaerense, tras residir varios años en California.

Federico Gil Solá fue invitado a tocar la percusión en un par de canciones; el entonces manager de Divididos, Claudio Pais, lo observó en vivo y le sugirió a la dupla Ricardo Mollo-Diego Arnedo que allí estaba el reemplazo para suplir al baterista Gustavo Collado. El resto es historia conocida.

Lo concreto es que ese trepidante recital de Los Violadores tensó la cuerda entre los dos máximos exponentes del grupo, a punto tal que el guitarrista resolvió alejarse (1992) y prefirió radicarse en los Estados Unidos para seguir su carrera en forma solista.

Pil Trafa continuó con Los Violadores e intercaló frustrantes proyectos nuevos como Pilsen. Hubo un primer regreso de la icónica banda (2001), que siguió tocando con altibajos (mayoritariamente sin Stuka) hasta 2011.

En abril de 2016, con un show en el Luna Park, se celebró un segundo retorno de una de las formaciones más consistentes del grupo (Pil Trafa, Stuka, Zelazek, Sergio Gramática), pero el reencuentro duró poco, porque las peleas y divergencias entre intérprete y guitarrista se hicieron cada vez más profundas.

Editor

Deja una respuesta