Quienes vivimos y recorremos la ciudad de La Plata, pero también quienes conocen su historia, reconocemos que en ella hay algo especial: nació como símbolo de la unión nacional, cerrando la discusión por la capitalidad y consagrándose en el centro político-administrativo de la Provincia de Buenos Aires. Además, fue planificada desde sus orígenes con una distribución que privilegiaba los espacios verdes y públicos, así como la accesibilidad y la facilidad para circular. También por su arquitectura y patrimonio cultural, se consagró en un ejemplo para las demás ciudades bonaerenses y argentinas. Tiene, sin lugar a dudas, un rol clave por su potencial económico, social y cultural.
Hoy, la distancia con esa ciudad soñada es la más grande que alguna vez existió en los 137 años de historia desde su fundación. El desgobierno que ha impuesto el Intendente Julio Garro se refleja en los basurales a cielo abierto; en las calles intransitables en las Delegaciones más alejadas, pero también en el casco; en los centros de atención primaria de salud que cierran por falta de insumos o de profesionales; en los niños y niñas sin vacante para ingresar al jardín de infantes; en los productores rurales a la intemperie ante cada tormenta; en los trueques que se multiplican para pelear la crisis; en los comercios que tienen que cerrar las persianas; en las mujeres que padecen la violencia de género y el abandono del Estado; en las 130.000 familias que tienen problemas de empleo.
En definitiva, Garro -que replica las políticas agresivas, de endeudamiento y de especulación financiera de Macri y Vidal- nos va a dejar una ciudad en emergencia habitacional, productiva, comercial, social, de género y laboral.
Con una inusitada insensibilidad social, profundizó los problemas que existían y agregó nuevos, más complejos y dolorosos. Desde nuestro lugar, primero en el Concejo Deliberante y luego desde el IPeJuS, junto a quienes conformamos el Frente Patriótico venimos dando cuenta de la preocupante realidad en la que nos encontramos. Situación que se explica cada vez que el Intendente tiene que dar cuenta de cómo emplea los frondosos recursos con los que cuenta para gobernar: año tras año, Julio Garro subejecuta los fondos de las áreas más sensibles para la comunidad como desarrollo social, educación, obras públicas, seguridad, mientras infla lo que se destina a publicidad y propaganda.
En este escenario de desamparo y desesperanza, nos propusimos recorrer cada una de las secciones electorales de la ciudad para recuperar las voces de los vecinos, las vecinas, los productores, los comerciantes, los emprendedores, los profesionales, los referentes gremiales, de quienes están siendo agredidos por las políticas de Cambiemos. Pero también porque este año es electoral y tenemos la posibilidad de cambiar esta realidad, de pensar juntos qué ciudad queremos para el futuro.
Queremos ser protagonistas en la refundación y la reconquista de esos sueños, para representar una propuesta de gobierno que la encarnemos en y desde los barrios. Porque así no se puede seguir y porque la salida es política, organizándonos y asumiendo que hay otro camino. Este es el peronismo que predicamos, el que nos convoca a construir una fuerza con vocación de sumar voluntades a nuestra propuesta electoral y de gobierno. Ese que se reunió el miércoles pasado en el Polideportivo de Gimnasia y Esgrima para homenajear a Néstor Kirchner y donde nos volvimos a encontrar con los vecinos y vecinas de cada sección electoral, junto a las fuerzas vivas de la sociedad platense y todas las representaciones de nuestro espacio político.
Ese día nació algo nuevo, algo distinto, algo más grande: una fuerza que tiene capacidad por su diversidad y porque está decida a construir una alternativa legítima, representativa y competitiva que logre, a través de las urnas que el 10 de diciembre sea el último día de gobierno de Julio Garro, María Eugenia Vidal y Mauricio Macri.
Tenemos la responsabilidad de recuperar las esperanzas y la voluntad popular para ponerle un fin a tanta desazón, de poner al Estado en el centro como artífice para la realización de esos sueños.
Tenemos la obligación de poner en valor esas expectativas, de volver a poner a la ciudad en el lugar que se merece. Porque nos merecemos vivir mejor: podemos hacerlo, sabemos cómo hacerlo, tenemos que hacerlo. Estamos seguros de que lo peor ya pasó, porque ahora avizoramos el futuro con la expectativa puesta en octubre y porque tenemos fórmula para volver a cambiar la historia.
