Marcela y Eduardo Gómez se conocieron en 2010 en Recordando, un boliche de la ciudad de La Plata. Desde ese entonces comenzaron una relación a distancia porque él vivía en Bavio. Estuvieron juntos alrededor de cuatro años y medio, hasta que decidieron vivir juntos en su pueblo. Sin embargo, la convivencia duró tan sólo cuatro meses.
“La relación siempre fue muy tóxica, había muchas peleas y engaños de por medio” contó Marilyn Aleman, hija de Marcela Mendoza, en diálogo con MediaNews. “Ella lloraba mucho y él iba y venía con otras mujeres, para después volver con mi mamá”.
Marilyn contó que la familia de Gómez discriminaba a Marcela por tener cinco hijos de dos padres diferentes. “Cuando había una reunión familiar a ella no le ponían cubiertos, a mi hermanito no lo dejaban aparecer en las fotos porque decían que no era parte de la familia” narró la hija de la mujer.
Según el testimonio de la propia Marcela, cuando fueron a vivir juntos a Bavio la situación se hizo insostenible. Ella afirmó durante el juicio que las escenas de celos se hicieron cada vez más frecuentes, Gómez le revisaba el celular y hasta hubo agresiones físicas y zamarreos. Durante esos cuatro meses que duró la convivencia, ella realizó dos exposiciones civiles en la Comisaría de Bavio por violencia de género.
Finalmente también hizo una denuncia y consiguió una orden perimetral. La relación había terminado, pero los testigos aseguraron que el hombre la seguía acosando e incluso se le aparecía en la casa para pedirle que volvieran a estar juntos.
El alquiler de la casa en la que vivía Marcela estaba a nombre de Eduardo, por eso fue que un día él le dijo que podía quedarse en ese lugar hasta que consiguiera otro donde irse, siempre y cuando ella levantara la orden perimetral. Así fue que llegaron a una mediación en un Juzgado de Paz.
Al poco tiempo, Marcela consiguió una casa propia donde fue a vivir con sus hijos más chicos. Luego del cumpleaños de uno de los nenes en agosto de 2015, Eduardo volvió a contactarse; estaba enojado por una foto del festejo que ella había subido a Facebook, en la que aparecía un compañero del trabajo de Marcela. Ellos ya no estaban juntos, pero los celos y los reproches por parte de Gómez, continuaban.
El hombre quería verla, le pedía que se junten a hablar y ella accedió por miedo a que se hiciera presente en su hogar donde estaban sus hijos. Se encontraron en Bavio, él la pasó a buscar en su auto y fueron por Ruta 11 camino a Magdalena.
En el trayecto volvieron a surgir los insultos, las exigencias y según el testimonio de Marcela, nuevamente sufrió golpes. La mujer contó que de repente, Eduardo agarró algo del costado del auto y la roció. Ella se tapó la cara con las manos y se arrojó del vehículo. Gómez la había querido prender fuego y en ese intento de femicidio, se prendió él.
Dionisio Cennes Mezza circulaba con su moto por Ruta 11 en ese momento, cuando vió a un hombre en llamas dentro de un auto y a una mujer lastimada que pedía auxilio. El testigo declaró que Gómez gritaba que la mujer lo había querido matar, mientras que Marcela decía lo contraria y le solicitaba ayuda desesperadamente.
Eduardo tenía el 70 por ciento de su cuerpo quemado, por lo que falleció tres días después en el Hospital San Martín de La Plata. Por su parte, Marcela tenía quemaduras en el dorso de sus manos y fue trasladada a la Comisaría de Magdalena.
Allí trabajaba un primo de Gómez. La familia de la mujer denunció malos tratos en la dependencia policial. “Nosotros no podíamos ver a mi mamá, recién la pudimos ver después de una semana que ella estuviera detenida” dijo Marilyn.
Marcela estuvo dos años y siete meses detenida a la espera del juicio. Finalmente en 2018, el Tribunal Oral y Criminal III compuesto por los jueces Domenech, Vital y Paolini, condenó a Marcela a prisión perpetua por el delito de “homicidio agravado por el vínculo” después de cuatro días de juicio.
El abogado de Marcela, el letrado Adrián Rodríguez Antinao, pidió la revisión de la sentencia y un nuevo juicio con “perspectiva de género” pues aseguró que en el fallo nunca se tuvo en cuenta el historial de violencia de género existente en la relación. Incluso, las exposiciones civiles que había realizado Marcela habían desaparecido pero quedaron sentadas durante el debate oral puesto que una policía de Bavio aseguró habérselas tomado durante su declaración. “El juicio para nosotros fue una fraudulencia total porque no había pruebas reales para condenarla, incluso después de los cuatro días de juicio creíamos que ya la teníamos en casa” sostuvo Marilyn, “cuando nos dijeron que el veredicto era condenatorio nos quedamos helados”.
Hace poco menos de dos semanas, la Sala I de Casación Penal dictó la nulidad del veredicto del Tribunal Oral Criminal N°3 contra Marcela Mendoza. Los jueces Daniel Carral, Ricardo Maidana y Ricardo Borinsky decidieron la “nulidad del pronunciamiento condenatorio” por la “ausencia de suficiente justificación de la conclusión probatoria en la que se asentó el veredicto condenatorio”. Sin embargo, Marcela continúa detenida en la cárcel de Los Hornos pues sigue procesada por el mismo delito y debe esperar un nuevo debate oral. Por su parte, el abogado defensor presentó un pedido de de libertad que deberá resolver el Tribunal Oral y Criminal IV.
Marilyn contó que al principio ella y sus hermanos se pusieron muy contentos con la decisión de los magistrados pero luego reflexionaron sobre los tiempos de la Justicia. “No sólo se tendría que haber anulado el juicio, si no que a ella se la tendría que haber absuelto” sostuvo la hija de Marcela. Además contó que su madre sufre de una celiaquía muy avanzada y que dentro del sistema penal no se le respeta la dieta que debería tener y tampoco accede a los medicamentos correspondientes; “ella ya esperó casi tres años por un juicio, otro año para que Casación resolviera y ahora tiene que esperar otro juicio de nuevo, ¿cuántos años más nos van a robar?”.