Es natural que para muchos venezolanos la única salida a la crisis humanitaria sea el cruce de fronteras. Ya no son tantos, como hace años, los venezolanos que pueden salir desde el aeropuerto internacional de Maiquetia hacia los EEUU o Europa. Es sencillamente obvio que la inmensa mayoría de los aproximadamente 4 millones de venezolanos en crisis de movilidad, nos íbamos a distribuir por América Latina.
El mayor grupo tendría que quedarse en Colombia. Otro grupo grande emprende una travesía a través de los andes, por Ecuador y Perú, hacia Chile y Argentina.
He llegado a la conclusión de que es este gentil gigante del sur el mejor lugar al que podemos llegar los venezolanos. Con la salvedad de ciertos profesionales y emprendedores que pueden radicarse en Chile, el venezolano común persigue la bienvenida amigable que la Argentina le da a todos los inmigrantes que se suma auna particular afinidad cultural e histórica a los venezolanos.
La sorpresa es que los venezolanos encontramos a 40 millones de argentinos convencidos de que el país de San Martín está en crisis y caos. Obviamente para quienes venimos de una dictadura pura y dura, todo se ve mejor. Es la mentalidad del sobreviviente.
Solo que voy mucho más allá. Creo que los venezolanos traemos una mirada fresca de observador externo y es nuestra mejor manera de compensar la amabilidad a los anfitriones el hecho de recordarles que tienen un país maravilloso, lleno de oportunidades y que nosotros estamos dispuestos a ponernos la camiseta y aportar nuestra parte.
¿Estoy negando la desafiante situación actual? Por supuesto que no. Hay problemas, claro que sí. Mi mensaje es que se debe valorar la democracia. La famosa grieta sólo puede tener existencia dentro de una democracia consolidada. No se debe llegar al extremo de perderla para entonces apreciarla.
En democracia es que se pueden trabajar las diferencias, nutrirnos de ellas, empujar hacia adelante y avanzar de verdad. S