Eduardo Lorenzo: el cura abusador de La Plata que la justicia acorrala

El párroco está acusado de vejaciones a jóvenes. Era Capellán del Servicio Penitenciario Bonaerense pero tuvo que renunciar. La complicidad de la Iglesia.

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Eduardo Lorenzo es cura de la ciudad de La Plata hace décadas. El 3 de abril renunció al cargo de Capellán del Servicio Penitenciario, puesto al que accedió producto de tener relaciones en la justicia y política que lo llevaron a ese lugar.

Confesor del padre Grassi, el cura preso por haber abusado de jóvenes, Eduardo Lorenzo siguió el mismo camino pero parece que el tiempo se le acabó.
Quince días atrás la fiscal Ana Medina, a cargo de la UFI Nº1 de La Plata, desarchivó la causa y tomó la investigación del párroco.

Este domingo, Infobae publicó una nota en la que un joven detalla los abusos que sufrió de esta persona; así como también el infierno que vivió y la denuncia que realizó contra el abusador:

«Vení, que ‘Edu’ se siente solo, nadie lo viene a visitar«, le decía el párroco Eduardo Lorenzo a «León» – como pide llamarse la víctima para resguardar su identidad-, uno de los jóvenes misioneros que participó de distintas actividades dentro de la parroquia Inmaculada Madre de Dios de Gonnet. Era la manera de que el cura supuestamente cooptaba nuevas víctimas. El hombre era visitado constantemente por adolescentes y jóvenes que no superaban los 25 años, los invitaba a la casa parroquial que había acondicionado sólo para él y hasta había expulsado a otro cura que vivía en el mismo lugar con la excusa de que necesitaba «privacidad» para recibir familiares.

A los adolescentes, de acuerdo a los relatos en su contra, los invitaba a dormir, no sólo bajo el mismo techo sino que les ofrecía compartir su cama matrimonial. Les hablaba de sexo y les pedía que mostraran sus miembros para medírselos. Así lo contó «León», cuando realizó la denuncia penal en el 2008, a sus 15 años de edad en aquel entonces.

Hoy, «León» lo vuelve a contar con los mismos detalles, once años después, luego de que la causa original se desarchivara. Con su testimonio, el joven puede llevar a Lorenzo a transformarse en el nuevo Julio César Grassi. La ironía es doble en este caso: el cura Lorenzo fue el confesor de Grassi en la cárcel, en su encierro en el penal de Campana, en su rol como capellán del Servicio Penitenciario.

«León» hoy tiene 26 años, dos hijos y trabaja como obrero de construcción en el sur de la Provincia de Buenos Aires. Su historia comienza en la calle, cuando decide alejarse de su familia y empieza a rebuscárselas como puede. Se instala en la puerta de un supermercado en City Bell y es ahí donde conoce a Claudia y Julio Frutos quienes unos años después se convertirían en sus padrinos.

Para ese entonces, «León» tenía 12 años y hacía dos años había dejado de ir la escuela. La familia Frutos hizo trámites judiciales para llevarlo a un hogar y volvió a estudiar en la escuela pública Dorrego en Gonnet. Unos años después, León comenzó a tener problemas con el hogar en el que estaba, se había hecho amigos en la Parroquia Inmaculada Madre de Dios.

La familia Frutos consiguió trasladarlo a un hogar que dependía de la parroquia llamado «Leoncitos», donde León hizo amistad con los chicos que vivían ahí. El joven hoy recuerda esa época como «la mejor de su vida».

A los pocos meses que León llegó a la parroquia, en enero del 2007 el cura a cargo del lugar muere de un ataque al corazón y cuatro meses después, tras un sacerdote interino, el sacerdote Eduardo Lorenzo queda al mando del lugar. Ya para ese entonces Lorenzo era capellán del SPB.

«Apenas llegó a la parroquia, el cura puso rejas a la casa parroquial, cámaras de seguridad y limitó el acceso a quienes él invitaba. Hasta expulsó a otro sacerdote que vivía con él para tener más privacidad. Con todo lo que supimos que pasó después de eso, entendemos por qué lo hizo», contó a Infobae Julio Frutos, el padrino de León que impulsó la denuncia penal contra Lorenzo.

En su declaración, León contó que el cura hacía distinción entre hombres y mujeres. «A las chicas no les hablaba a la cara y las maltrataba. Siempre quería hablar con los varones. De hecho, siempre invitaba varones a la casa parroquial», dijo.

También contó que en varias oportunidades le ofreció irse a vivir con él. «Nos invitaba a dormir, a su cama. Tenía una cama matrimonial que todos los que entraban podían ver. Había un grupo de cuatro o cinco que éramos sus elegidos. Nos quería tener todo el tiempo con él. Nos iba seduciendo y de a poco nos fue controlando», agregó León.

La supuesta manipulación del párroco era tal que en las reuniones con su grupo selecto, muchos de ellos menores de edad tal como «León», les convidaba alcohol y los invitaba a mirar pornografía, les hablaba de sexo y les pedía que les mostrara sus penes para medirlos. «Nos daba besos en la boca«, agregó el denunciante.

«En la casa parroquial se hacían las reuniones del grupo misionero. Eran después de una misa o de algún evento. Esas reuniones era un descontrol. Había mucha comida y alcohol«, contó «León», todavía un adolescente. «El cura se jactaba de que la comida salía de las donaciones que hacía la gente. Nos hacía hacer juegos. Quería que estuviéramos con él y eso incluía mantener relaciones sexuales. No sólo fue conmigo sino con mis compañeros también. No fui el único abusado, hubo otros«, detalló. Según su testimonio el cura les hablaba a los adolescentes y jóvenes de ser su «pareja» y quería que se «enamoraran de él».

En su declaración, «León» habló acerca de un cura ciego al que apodaban «Tony» que estaba constantemente con Lorenzo y que estaba al tanto de todo lo que sucedía en la casa parroquial.

Eventualmente, la relación de «León» con Lorenzo se volvió insostenible. El párroco lo llamaba a toda hora y le pedía que reuniera a otros chicos. «Como yo no quería hacer eso me maltrataba y me decía que no se acostaba conmigo porque tenía miedo de contagiarse algo. Me decía que era un negro de mierda».

A los pocos meses, «León» intentó suicidarse. El encargado del hogar Leoncitos en el que se encontraba llamó a la familia Frutos y luego de varias horas de insistencia, el por entonces adolescente contó lo que estaba padeciendo con el cura. «Incluso ese día que estuvimos hablando durante horas hasta que nos contó qué había pasado, el padre Lorenzo lo llamó al menos diez veces a su celular y al hogar. León no quería atenderlo, estaba aterrado. Después entendimos por qué», explicó Julio Frutos.

Ese día la familia Frutos no podía llevarse a León en ese momento por lo que le pidió al director de la institución que no dejara que Lorenzo lo viera. Sin embargo, a la noche el adolescente se quedó solo y el cura lo fue a buscar. «Pateó la puerta y me pidió que saliera. Me dijo que era todo un circo lo que había hecho y me preguntó si había contado nada. Le dije que no y él me dijo que conocía mucha gente poderosa en la Justicia», contó el denunciante. «Ojo con lo que hacés porque te puedo arruinar la vida», fue lo último que le dijo el cura, de acuerdo a su testimonio.

León se animó a denunciarlo ante la Justicia. La familia Frutos también intentó hacerlo ante el entonces arzobispo de La Plata, Héctor Rubén Aguer. Pero la denuncia a nivel eclesiástico jamás prosperó. León y la familia Frutos declararon, pero la causa con el número 25.601 se archivó a los seis meses. Diez años después, la familia Frutos se puso en contacto con el abogado Juan Pablo Gallego, el mismo que patrocinó a las víctimas del cura Julio César Grassi y pidió la reapertura de la causa.

«Había pruebas más que suficientes para que este causa no quede en la nada. Con un poco de investigación te das cuenta que esto no fue un sólo caso sino que estamos hablando de años en donde este hombre se manejó así», dijo a Infobae el abogado Gallego.

De hecho, en los últimos meses encontraron a un hombre que está dispuesto a declarar que compartió grupos misioneros con Lorenzo en 1993 y que ya había situaciones incómodas con los chicos en aquella época. «Esta persona nos contó que el cura se bañaba con uno de los chicos y después dormía en la carpa de él», agregó el letrado.

Hace 15 días la fiscal Ana Medina, a cargo de la UFI Nº1 de La Plata, desarchivó la causa y tomó la investigación del párroco. «El mismo día que fui a pedir la reapertura, los abogados de Lorenzo pidieron que sea sobreseído», contó Gallego. La reapertura de la causa bajo la firma del juez de garantías Juan Pablo Masi obligó al cura a renunciar a su cargo como capellán del Servicio Penitenciario Bonaerense, puesto que ocupó por más de 15 años. La carta de la renuncia, a la que accedió Infobae, tiene como fecha el 3 de abril y va dirigida a Víctor Fernández, actual arzobispo de la Arquidiócesis de La Plata.

«El motivo de tal decisión se fundamenta en la campaña mediática, calumniosa e injuriosa que se ha desatado contra mi persona. A fin de que no afecte el buen nombre del servicio penitenciario y de la capellanía que con la ayuda de mis hermanos sacerdotes y las religiosas hemos construido. Espero que la justicia a la cual he acudido llegue pronto a la verdad y se proclame», escribió Lorenzo.
Tras la renuncia, el abogado Juan Pablo Gallego solicitó este viernes la detención del cura. No sólo por la gravedad de los delitos de los que se lo acusan sino también porque el patrocinante de «León» cree que existe peligro de fuga.

«Sabemos que el párroco cuenta con contactos y elementos suficientes para entorpecer la causa y también eludir el accionar de la Justicia. Entendemos que con la reapertura de esta causa es urgente que esta persona esté detenida para poder investigar como corresponde», señaló Gallego.

«Estamos hablando de un posible modus operandi. No de un hecho aislado. Con el testimonio de León se destapó una olla. A quince días de la reapertura del expediente ya contamos con los relatos de cinco personas que habrían sido abusadas», sentenció.

El pedido de detención a Lorenzo todavía no fue confirmado o rechazado por el juez de garantías del caso.

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