La emotiva ceremonia del retiro de la camiseta de Manu Ginóbili en San Antonio Spurs
Anoche San Antonio Spurs venció 116 a 110 a Cleveland Cavaliers en el AT&T Center, pero el resultado resultó una anécdota: desde la previa se vivió una jornada histórica. El conjunto texano le rindió homenaje a Manu Ginóbili, uno de los basquetbolistas más emblemáticos de la franquicia. San Antonio retiró su mítica camiseta número 20, la misma que lució durante 16 temporadas y con la que cosechó cuatro anillos de la NBA.
El homenaje comenzó con el himno argentino, que estuvo a cargo de la artista Michelle Leclercq. Fue la primera vez que sonó la canción patria de Argentina en un encuentro de la liga de básquet más competitiva del mundo. Luego, llegó el turno del himno de los Estados Unidos, entonado por el dúo country de Austin Bruce Robison y Kelly Willis. Desde muy temprano, las tribunas se poblaron de fanáticos con las camisetas de Manu, banderas y hasta caretas gigantes.
Todos los fanáticos que asistieron al encuentro recibieron una gorra y un cartel reversible para conmemorar a Manu Ginóbili y tuvieron la oportunidad de tomarse fotos con una réplica de la camiseta número 20 retirada, así como también con fotos de sus 16 años de carrera en San Antonio. También hubo una exhibición en 3D y estuvieron disponibles los trofeos de los cuatro campeonatos de la NBA que logró a lo largo de su carrera (2003, 2005, 2007 y 2014).
Un detalle que prueba que San Antonio se enfocó en todos los detalles para homenajear a la leyenda: los organizadores dejaron en cada asiento un paquete de pañuelos, previendo la emoción. Manu recién se mostró visible para el público en el tercer cuarto, cuando recibió el aplauso de los presentes y se ubicó junto a la dirigencia de los Spurs. Eligió una camisa blanca y un saco gris cuadros para la ocasión.
En el entretiempo, siete integrantes de la Generación Dorada contaron anécdotas sobre la carrera de Ginóbili con el periodista Adrián Paenza como moderador. Alejandro Montecchia, Andrés Nocioni, Fabricio Oberto, Pablo Prigioni, Pepe Sánchez, Luis Scola y Gabriel Fernández fueron los encargados de representar a la Selección, que obtuvo la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y la de bronce en Beijing 2008, además de haber llegado a la final en el Mundial de 2002.
Paenza cerró la mesa redonda con una conclusión que arrancó aplausos del auditorio: «Argentina ha incorporado dos ciudades: Nápoles por Maradona y Barcelona por Messi. Ahora suma a San Antonio, por Manu Ginóbili. Gracias».
Alrededor de 20 minutos después de finalizado el partido, sobre el parquet se alinearon en V 12 sillas y aparecieron los trofeos de los cuatro títulos de la NBA. Se apagaron las luces y comenzó un video-homenaje, con el «olé, olé, olé, olé, Manuuu, Manuuu», de fondo. De un lado se sentaron Sean Elliott, Gregg Popovich, Tony Parker, Fabricio Oberto, Tum Duncan. Del otro, Manu, Manny (Marianela Oroño), su esposa, y sus hijos (Nicola, Dante y Luca).
Elliott ofició de presentador, saludó en inglés y en español («hola, argentinos») y presentó a Ginóbili como «uno de los mejores jugadores de todos los tiempos».
«Todos fuimos testigos de su grandeza, de su intensidad. Ganó la medalla de oro olímpica y no sé si saben que ganó cuatro anillos de la NBA. Fue el Lionel Messi del básquetbol, un mago», continuó bañándolo en elogios.
Posteriormente llegó el momento del discurso de Manu, de a ratos en inglés, en otros en español. A la hora de hablarle a la familia, la voz se quebró, pero como cuando jugaba, siguió adelante.
«Mis expectativas pasaban por hacer una buena carrera en Europa, quizás, con el equipo nacional, pero en un abrir y cerrar de ojos, terminó mi carrera, gané campeonatos y tengo a estas leyendas a mi lado, que admiro. Me gustaría darles un apretón de manos a cada uno de ustedes», inició su alocución.
«He sido muy afortunado. Quiero reconocer a los que me acompañaron en Argentina, muchas personas me guiaron. Nací en una ciudad que vive el básquet de una manera especial, nací en una familia que también respiraba básquet, uno no elige donde nace. Conocí a una hermosa, inteligente mujer a los 20 años, y me enamoré de ella. Y tuve suerte de que ella se enamorara de mí», comenzó con la ronda de agradecimientos.
Ginóbili cambió el idioma y pasó al español con el fin de agradecerles a los aficionados argentinos. «Por ahí pueden pensar que no influyeron tanto en mi carrera porque la mayoría fue lejos de casa. Pero estando lejos sabía de los esfuerzos para ver los partidos, el hecho quedarse hasta las 3 de la mañana para ver los partidos cuando al otro día sonaba temprano el despertador; los gritos al televisor, los saltos en los sillones. Eso también me llegaba. Agradezco a los que están acá, que son muchos. Y a los que están en casa», señaló.
La emoción comenzó a aflorar cuando se refirió a sus compañeros de equipo. «Tony (Parker), Tim (Duncan), ¿fueron 1.000 juegos? Con una mirada sabíamos qué íbamos a hacer. Estoy muy orgulloso de haberlos conocido. y haber jugado con ustedes. Mis favoritos, Patty (Mills), Thiago (Splitter), Boris Diaw. A los 40 años era difícil dejar mi casa, y ustedes se encargaron de mí», resaltó a dos generaciones, el «Big Three» y los que lo respaldaron en su etapa de veterano, tras el retiro de Duncan.
«Pop: eres inteligente, generoso, sensible, pero de carácter fuerte. Aprecio lo que hiciste por mí y mi familia. Lo que aprendí de tí es más importante que el básquet y eso es invalorable», subrayó sobre el coach, quien se golpeó el pecho en agradecimiento.
Y si estuvo ensayando el eurostep, su jugada característica, para evitar las lágrimas, cuando enfocó su discurso en sus seres queridos (otra vez en español), ya no tuvo empacho en hablar con la voz quebrada.
«Papá y mamá, dónde estén. Gracias. Mejor que nos los pueda mirar a los ojos. Gracias por darnos todo lo que necesitábamos, aunque a mamá mucho no le gustó al principio porque querías un doctor, contador o abogado, pero me diste la libertad siempre. Papá, fanático del básquet, jamás interferiste en nada, pero siempre te sentí al lado cuando te necesité, eso vale más que cualquier consejo», hizo una pausa, tomó aire para no llorar.
«Ustedes tres (señala a sus hijos), no sé si entienden algo de lo que está pasando acá. Quiero que sepan que no estoy triste, estoy muy contento, esto es algo muy especial, y si por momentos lloro un poquito, es siempre por felicidad. Y lo que hacemos con mamá es siempre por el bien de ustedes. Los quiero. Se los digo siempre y se los voy a seguir diciendo hasta los 28 más o menos», continuó con Dante, Nicola y Luca.
«¿Y ahora? A vos (se dirigió a su esposa Marianela «Manny» Oroño), tendría que durar dos o tres horas el evento para agradecerte. Gracias por aguantar mis obsesiones por veintipico de años. Que la siesta tiene que ser a esta hora, que el silencio tiene que ser total, que no puedo salir porque juego mañana. Gracias por ayudarme a que todo esto sea más fácil y que sólo tenga que pensar en jugar. Gracias por bancarte veranos y veranos, que tenían que ser un momento familiar en la playa, permitiéndome que fuera con los chicos a jugar a Londres, Japón, China, Mar del Plata. Gracias porque sé que te robé un montón de tiempo. Gracias por tu compañía, amistad, por hacerme quien soy. Gracias por tantas veces relegar tanto de vos para ponerme como prioridad a mí y a tus hijos. Voy a estar en deuda para siempre y calculo que tengo 40 ó 50 años para retribuirte», provocó la explosión del público. Y la visible emoción de Manny.
«Tuiteé hace un par de meses que era mi retiro, fue un gran viaje. Gracias a todos, seriamente. A los que están acá y a los que no. Gracias», cerró su participación. Y allí la camiseta N° 20 quedó descubierta. Un momento histórico para el deporte argentino.
Manu se transformó en el noveno jugador de los Spurs en lograr la distinción del retiro de la camiseta -el último había sido Tim Duncan-. Se sumó también al selecto grupo de las casi 200 camisetas retiradas en las 30 franquicias de la liga más poderosa del planeta.