Marcelo Tinelli trabaja en los últimos tiempos para insertarse en la política. Ya se mostró con el ex ministro de Economía Roberto Lavagna y con los gobernadores de Tucumán, Juan Manzur, y San Juan, Sergio Uñac. Hoy mismo recorrió Escobar con Ariel Sujarchuk, en su primera foto con un intendente peronista del Conurbano.
Es el candidato «potable» para varios sectores, sobre todo para los que se mueven bajo los mismos intereses que el grupo de multimedios para el que él trabaja. ¿Está preparado Tinelli para la política?, ¿puede dar el salto y hacerse de las responsabilidades que exige un cargo?. Vale la pena entonces realizar un repaso por las más recientes ocupaciones del conductor.
De la mano de su pasión por el fútbol, Tinelli ocupó o intentó afrontar distintos cargos. En 2012 alcanzó la vicepresidencia San Lorenzo de Almagro, secundando a su abogado, Matías Lammens, quien resultó electo presidente, e inició su exitoso ciclo en el club. Ya a fines de 2015 buscó conducir los destinos de la Asociación del Fútbol Argentino pero, en un histórico y bochornoso hecho, Tinelli y Luis Segura empataron la elección en 38 votos, a pesar de que hubo 75 votantes. Los comicios fueron anulados. Fue entonces que, en mayo de 2016, “el cabezón” confirmó que volvería a ser candidato para la presidencia de la AFA en las elecciones del 30 de junio. Pero un mes antes de los comicios Tinelli bajó su candidatura «por razones de índole personal» y renunció al cargo de vicepresidente tercero de AFA. Posteriormente, decidió dejar la conducción del fútbol de su club y continuar únicamente con el básquet, aduciendo que necesitaba dedicarle más esfuerzo y atención a su trabajo en la TV.
Asimismo, en el plano empresarial, un año después el conductor renunció al Grupo Indalo alegando falta de pagos, cheques sin fondos y extorsiones. Todo esto sin enumerar otros tantos vaivenes que afrontó a lo largo de su carrera, matizados por su éxito televisivo. ¿Puede entonces Tinelli afrontar una elección, comprometerse con un cargo público y enfrentar a los distintos poderes que intentan condicionar a la gestión pública?. La respuesta parece imponerse por su propio peso.
