«Repitencia Si Repitencia No, esa ¿es la cuestión?»

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Por Antonio Nicolau (*) @anicolau66.-

Estamos próximos a iniciar el nuevo ciclo lectivo 2023.

A poco de empezar las clases, comienza a circular una idea de cambio en la Provincia de Buenos Aires en el nivel secundario:

Sobre la repitencia, la evaluación y los agrupamientos de materias en áreas de conocimiento ess de larga data esta discusión. Arrancó en los años ’60 del s. XX y hubo muchísima producción en este sentido. La hay actualmente también, sobre todo, después de la pandemia covid 2019.

Pero no por antigua debe ser desconsiderada, más bien lo contrario. Su extensión en el tiempo, significa que es un tema difícil, que implica decisiones trascendentes y que – por lo tanto – no pueden tomarse a la ligera a no ser que se quiera correr el riesgo de frustrar la decisión y así, terminar bloqueando lo que realmente resulta imprescindible.

Desde luego que aquí sostendremos que LA REPITENCIA CONDUCE A AL ABANDONO. No es una novedad y hay muchísima investigación al respecto. Por lo tanto, de ninguna manera apoyaremos la rancia y conservadora idea de que es un mecanismo regulador de la calidad educativa. Tampoco abonamos la remanida expresión que puede reducirse a ‘todo tiempo pasado fue mejor’ cuando se alude a los tiempos en que se repetía y se solía ‘encausar las conductas escolares’ sin ningún tipo de ‘perjuicio económico ni moral’ debido a que esa idea, representa la selectividad social propia de las clases medias y altas que eluden (por corresponsabilidad) la discusión de quiénes eran los que ‘se encausaban’ y quienes no. Casi siempre estos últimos correspondían a los sectores bajos o ‘bajo pueblo’ como suele decirse en la interpretación sociológica crítica.

Para eso se investiga, se produce conocimiento y se publican dichas investigaciones. Ya hay material suficiente al respecto. 

Lo que sí diremos aquí (y no se escucha en ningún lado) es que este planteo – al menos – resulta INOPORTUNO, INVIABLE y ESPASMÓDICO. Explicaremos brevemente por qué (se podría ampliar si se lo requiere):

1. INOPORTUNO:

En primer lugar, porque se realiza en el último año de gobierno de la PBA, siendo un tema que requiere de varios consensos internos y externos: mundo académico, sindicatos docentes, especialistas en la materia, mundo del trabajo y la producción, entre otros.

Es decir, requiere de ARTICULACIONES poco probables de alcanzar en tan poco tiempo (marzo 2023).

Además, ello requiere también de cambios en las normativas, en las cajas curriculares, en los puestos de trabajo docentes, en capacitaciones o trayectos formativos que den cuenta de los cambios, justifiquen las acciones y las inversiones en dinero y tiempos que se necesitan.

Es importante destacar que ya han circulado propuestas de este tipo en años anteriores sin que la PBA les haya dado lugar a su discusión.

En segundo lugar, en el año 2022, se lanzó el cambio del Régimen Académico (RA) en el que estos temas se ve reflejada su implementación normativa. En su momento, se dijo expresamente que «no había nada escrito de antemano» que «todo iba a consulta con los docentes» (quien escribe afirma que ello se dio en una reunión de 97 directores del nivel con el Nivel Central de la que se participó atentamente y se tiene registro escrito de ello), pero resulta que luego todo eso ‘se paró’, de golpe, repentinamente, en el mes de setiembre 2022. Nunca más hubo una reunión (sólo se hicieron 2 reuniones en todas las regiones educativas de las 25 existentes en la jurisdicción: una sobre RA y otra sobre Evaluación, RA y Convivencia Escolar, nada menos que todo eso junto en la última reunión). Si no había nada acordado de antemano ¿qué pasó con las conclusiones de las reuniones realizadas? ¿Fueron publicadas? ¿Fueron comunicadas a la docencia? ¿Y a las familias?

Otra característica de la inoportunidad de esta medida queda manifiesta a raíz de que los cambios propuestos en 2022 fueron ‘contraindicados’ en diciembre del mismo año mediante una circular que llegó a las direcciones del nivel secundario subrayando que se restablecía la resolución 587/11 donde se indicó expresamente que en el 2023, quien debiera más de 2 materias a partir de la última mesa de marzo, REPETÍA de año. ¿Se repite o no se repite?

Es de destacar, que los vaivenes de la política educativa tiene costes caros en la docencia y en las familias, propiciando el malhumor social, sin contar las contraindicaciones que este discurso opera en las mentes conservadoras de derecha.

Ahora, las noticias serían otras a partir del mismo mes.

2. INVIABLE

La puesta en marcha de tamaño operativo, requiere de dispositivos más complejos debido a la complejidad del problema.

En las instituciones educativas de nivel medio, existe una cultura escolar que va de la mano con el formato escolar del nivel cuya estructura es muy difícil de desarmar y de deconstruir si no se toman los debidos recaudos en todos los órdenes: comunicacional, político, económico, de formación, administrativos, legales y regulatorios.

Se sobreentiende que esta decisión es competencia del Consejo General de Educación donde hay consejeros de todos los partidos políticos y de representación gremial de la docencia donde se deben estar dando parte de estos debates, pero ello, de suyo, resulta insuficiente para transformar la cultura escolar.

La cultura escolar es un conjunto de operaciones, discursos, prácticas sedimentadas a lo largo de más de un siglo y medio que se encuentran naturalizadas en el ámbito educativo. Desconocerlas forma parte de la inoperabilidad del proyecto. Y no es que se desconozca por no saberla, sino por hacer caso omiso a lo que se sabe de antemano.

La inviabilidad estaría acompañada por la inconsistencia de los debidos consensos necesarios a nivel público, dejando el lugar a que discursos conservadores, propios de las ideas de la derecha, abonen el rechazo y conduzcan la discusión hacia un terreno de sentido común, sin otro sustento que la ‘opinión generalizada’ del ‘facilismo educativo del kirchnerismo’ y la visión de que – desde el gobierno – se propicia la ‘titulación masiva sin conocimiento alguno’ para que ‘las juventudes de hoy no sepan nada y se los guié como ovejas en rebaño para sus intereses políticos’ o ‘a los políticos K les conviene que la gente sea bruta e ignorante para así poder dominarlas’.

Nada más absurdo que esa discusión en ese plano discursivo, pero eso ocurre más allá de lo que los funcionarios decidan. Y no ocurre solo en la ciudadanía común, sino también entre los docentes.

Ello, da lugar a que ‘la gente’ (aquí recomendamos el texto del célebre filósofo argentino Osvaldo Dallera: «¿Qué es la gente. Sujeto y objeto del saber cotidiano») opine mal sobre una decisión que – bien consensuada y comunicada a la ciudadanía con los acuerdos previos de cada sector – es vital para la transformación de un nivel que exige desde hace tiempo, un cambio estructural, como está sucediendo en el mundo contemporáneo.

Esa ausencia de seriedad en el planteo político (ya yendo al terreno de su implementación) evidencia la escasa cintura política de la definición.

Allí, la inviabilidad se dará pòr la resistencia que el sector docente (no el gremial que en sus dirigencias pueden estar más cerca de la definición política) presentará ‘de facto’.

Las transformaciones auténticas no se dan por imposición, sino por consenso, salvo que se esté en una revolución, cosa que no creo sea este el caso.

3. ESPASMÓDICO:

La tentación de querer hacer todo de golpe habiendo dado señales en sentido opuesto, da lugar a reacciones que pretenden ser vistas como progresistas pero son fuertemente reaccionarias. A costa de que el término ‘reaccionarias’ constituya un obstáculo para el lector o una opinión fuerte de carácter político que pueda disparar rechazos a priori, sería interesante aprovechar la ocasión para tomar distancia de los ‘a favor’ – ‘en contra’ (una especie de binarismo contemporáneo que abunda en ambas élites políticas: las progresistas y las conservadoras) y ponerse a pensar que un discurso que podría tomarse como ‘de avanzada’ (terminología antigua si las hay) termine convirtiéndose en una práctica tradicional de verticalidad y autonomismo político.

Una transformación del nivel medio, no puede tomarse a la ligera. Deben contemplarse múltiples variables que se entrecruzan e interconectan unas con otras, justamente porque de lo que se trata es de una transformación estructural.

Las derechas vernáculas suelen transformar por partes. La ‘partición’ de las decisiones de poder tiene más que ver con los intereses que con los ideales. Se transforman las partes donde pueden haber negocios aptos para las élites. El resto… puede continuar como está.

En este caso, se ofrece la oportunidad para una análisis de coyuntura de estas características.

El gobierno se presta a publicar algo que todavía no salió, lo que puede traducirse en dos posibles cuestiones:

a) o lo hace para ‘tantear el terreno’ y ver qué de la propuesta es posible y hacer ‘lo que se puede’ (posibilismo político);

b) o lo hace para ‘cacarear’ una transformación que no podrá ser implementada tan fácilmente (resistencia ideológica).

En cualquiera de los casos, resulta espasmódico, porque los esfuerzos de una transformación pueden verse dilapidados por la falta de administración de la ‘cosa pública’, de estrategias de comunicación, de acuerdos básicos, de consensos con los diversos sectores implicados en el cambio, en definitiva, de política.

Por otro lado, un cambio de estas características, debe suponer una formación docente que se articule al cambio, no sea que se cambie una estructura sin cambiar a sus columnas de apoyo y termine por caerse el edificio.

En este sentido, propiciamos que un cambio en el secundario de estas características debe ir acompañado de un cambio en el Sistema Formador Docente (Inicial y Continua), habilitando encuentros que requieren de tiempos y recursos que hay que planificar.

No es solo cambiar un aspecto (la evaluación, la acreditación, los agrupamientos de materias) sino modificar la estructura del nivel es lo que hace falta.

Como afiliado a este proceso político provincial y nacional, no puedo menos que sorprenderme de las decisiones espasmódicas, poco serias, sin buscar los apoyos previos y el reconocimiento social que ello requiere. Ello también significa reconocer los saberes acumulados en investigaciones rentadas por el mismo Estado a través de instrumentos como el CONICET, los centros de investigación de las universidades nacionales públicas, las publicaciones de los materiales de investigación con sus resultados, los textos académicos locales e internacionales que apoyan la necesidad de un cambio en el nivel medio, pero definitivamente NO de esta manera.

Ojalá el gobierno de la PBA tome conciencia de la necesidad, se tomen los recaudos políticos necesarios y se expresen esos recaudos en una decisión política firme y audaz pero apoyada en los múltiples consensos que se requieren para una transformación auténtica y eficaz.

El pueblo de la Provincia lo necesita… y lo merece.

(*) Docente. Director titular de nivel secundario. Profesor de nivel superior y universitario. Investigador.

Nota de opinión de 9 de febrero de 2023.-

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